Capítulo 22

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Frío.

Un repentino frío que me recorrió la espina dorsal fue lo que me despertó de mi efímero sueño, si es que a eso se le podría llamar propiamente un sueño.
Más bien se trataba de cómo mi cuerpo se rindió ante la enfermiza cantidad de pensamientos que invadieron mi cabeza en cuanto había puesto un pie en casa, luego de pasar mi tarde acompañada, o mejor dicho, obligada a pasar junto con Theodore.

Durante el trayecto había sido capaz de engañarme a mi misma y ni siquiera me había puesto a pensar realmente la gravedad del asunto, de aquella información que me había sido revelada respecto a los sucesos de la noche anterior.

La imagen de aquel diminuto frasco de éxtasis líquido no pudo abandonar mi mente en ningún momento. En ese momento, con Theodore en el auto, el simple hecho de haber tenido ese frasco en mis manos se sintió tan irreal que apenas pude detenerme a pensar en lo que verdaderamente significaba aquello. Al llegar a casa me recrimine a mi misma haber pasado por alto aquello y haber decidido jugar un rato con Theodore a la vida de gente adinerada y hueca con la única preocupación en mente puesta en un estupido almuerzo cuando en realidad había algo mucho más grave frente a mis ojos que estaba decidida a ignorar.

Me habían traicionado.

Y ni siquiera sabía que hacer al respecto.

Estaba confundida y lo único en lo que pude pensar por el resto del día era en intentar descifrar quien había sido el que adultero mi bebida.

¿Julian o Trev?

Aquella pregunta se repitió en mi mente como un bucle hasta quedarme dormida en mi habitación.

Lo único que me sorprendió hasta ese punto fue darme cuenta que ninguno de mis hermanos siquiera intentó despertarme. Porque lo cierto es que cuando llegué a casa pasadas las siete de la tarde, ninguno de ellos se encontraba en la casa. No tenía ni la más mínima idea de donde podrían haberse ido, pero al menos había corrido con la suerte de evitar dar algunas explicaciones respecto a las bolsas de compras que llevaba encima, y tuve tiempo de esconderlas bien hasta nuevo aviso.

Aunque de algún extraño modo, hubiera preferido no estar sola en la casa. De lo contrario, hubiera tenido una fuerte razón para contener las ganas de romper en llanto.

Sé que no sería capaz de llorar frente a ellos, porque aquello significaba tener que dar más explicaciones que no estaba dispuesta a ofrecer, ¿pues cómo iba a hacerlo? Decir la verdad respecto a lo que ahora tanto me angustiaba, de alguna forma, también implicaba tener que hablar del horrible efecto cadena que provocó el éxtasis líquido.

Pero preocuparme por eso no tenía caso, porque, al fin y al cabo estaba sola, y eso lo resentí. Lo resenti y mucho.

Mi cuerpo estaba tenso bajo la suavidad de las sabanas, tanto que cada mínimo movimiento que hacía dolía. Pero de igual forma decidí salir de la cama, y una extraña incomodidad me invadió en todo el cuerpo. Llevé mi mano a mi estómago, y al sentir la humedad de mi pijama hice una mueca de asco. Estaba completamente sudada.

Tan solo había tenido otra pesadilla, pero mi cuerpo apenas lograba comprender que ya había regresado a la realidad, porque aún no dejaba de temblar.

¿Julian o Trev?

Aquella pregunta volvía a atormentarme, y tan rápido como pude abandoné la habitación para dirigirme al cuarto de baño, sin importarme si despertaba a Mackenzie, quien hasta el momento parecía estar en un sueño profundo, debido a la torpeza de mis pasos.
En plena oscuridad, no dudé en caminar rápido por el pequeño pasillo de la casa, temiendo ser perseguida, me encerré en el baño tan pronto como pude y sin querer terminé dando un portazo en el proceso.

HellsfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora