Capitulo 23

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Trev se encontraba sentado en uno de los bancos dentro de la celda en el que lo habían puesto de manera provisoria, mientras esperaba que su abogado o su tío aparecieran en su rescate.

Decir que estaba desconcertado era mucho, pero Trev Wright más bien se encontraba descendiendo a la locura por cada segundo que pasaba ahí encerrado. Podía aparentar su serenidad, apelando a su inocencia, puesto que solo se trataba de una simple confusión tal y como había dicho su amiga Danny al ver cómo la policía se lo llevaba, pero en el fondo...en el fondo sabía que nada estaba bien.

Al oír la celda abrirse, una pequeña sensación de esperanza le invadió el pecho al ver a su tío, quien aún llevaba el uniforme de policía, quizás algo podía salir bien de todo esto.

Trev sonrió aliviado, y se levantó de un tirón dispuesto a irse así sin más. Pero la mano de su tío lo detuvo.

—¿Podrían dejarnos unos minutos a solas, por favor?—le pidió a sus compañeros oficiales, quienes lo miraban con algo de pena.

—Por supuesto, Jim. Nosotros te cubrimos—le respondió uno en su lugar.

Trev miró confundido como los oficiales se alejaban mientras su tío Jim y él se quedaban solos.

—¿Qué...qué está sucediendo?

Jim Wright miró a su sobrino consternado.

—Creo que soy yo quien debería estar preguntándote eso. ¿Qué ocurre contigo Trev?—su tío parecía que estaba al borde de un colapso nervioso.—¿Cómo se te ocurre poner en juego mi trabajo? ¿Qué es lo que van a pensar en el pueblo?

—Te juro que no hice nada, tío. No entiendo porque hay tanto revuelo.

—Éxtasis líquido.—comentó sin más. Y a Trev se le cayó la mandíbula por el suelo, sin poder ocultar su sorpresa. Jim negó decepcionado.—Cuando Danny me llamó para avisarme que te habían llevado a la comisaría no quise creerlo, pero cuando el hijo del señor Hawthorne se comunicó conmigo en persona y-yo....¿hace cuánto tiempo llevas vendiéndolo a mis espaldas?

Trev se quedó en silencio, si bien oía a su tío hablar, no parecía comprender en absoluto nada de lo que decía. Algo dentro de él, tan solo esperaba que su tío comenzara a reír y le dijese que era una broma y que ya podían regresar a casa. El solo quería eso.

—No entiendo...yo jamás vendí nada, tío.—le explico intentando mantener la calma, pero su tío estaba a punto de arrancarse el cabello.—Solo tomé prestado una pequeña muestra de tu oficina.

—¡Eso era material confiscado, Trev! ¡Con-fis-ca-do! ¿Cómo es que se te ocurre hacer algo así?

—Es por eso que estoy aquí. ¿Por qué se me acusa de traficante?—Trev comenzó a reír de manera nerviosa.—Esto está jodidamente mal.

Jim observó a su sobrino como si se tratase de un caso perdido, no parecía dispuesto a confesarle la verdad. La decepción que sentía era grande y difícil de describir.

Por un lado, tenía unas inmensas ganas de creerle, pero no era capaz de hacerlo después de que el señor Hawthorne había mandado a su propio hijo para comunicarle la situación de su tan querido sobrino, más que nada por respeto hacia él por todos sus años al servicio de la familia y de Hellsfield, Theodore Hawthorne había tenido la delicadeza de mostrarle la evidencia que se había encontrado. Y no se trataba de una pequeña muestra como había dicho su sobrino en su cara, se trataban de varias cajas.

Esto no se trataba de un simple juego.

No había forma en que Jim defendiera aquello y eso le rompía el corazón, pues no solo le había fallado a su sobrino, sino que también a su hermana, quien le había encomendado el cuidado de su hijo poco antes de morir.

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