Capítulo 21

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—¿Realmente no podías esperar hasta mañana? cada vez me tengo que poner más creativa con las mentiras—me quejé al adentrarme al auto.— Y-... ¿Pero qué demonios te sucedió en la mano?

Theodore se encogió de hombros sin siquiera apartar la vista del frente.

—¿Qué hiciste, Theodore?—pregunté alarmada.—Cuando me dejaste en mi casa no tenías la mano vendada.

—Tuve que ocuparme de algunos asuntos.

Bufe inconforme con aquella respuesta evasiva, no soportaba que justo en este momento recurriera a mantener el misterio.

—¿Por qué será que tengo la sensación que tiene que ver con lo que sucedió anoche?—expresé con ironía.

—Quizás porque estás en lo cierto.

Trague en seco.

—Dime que hiciste.

Theodore suspiro resignado y me hizo una seña para que abriera la guantera.

—Será mejor que lo veas con tus propios ojos.

Fruncí el ceño, confundida ante sus palabras, pero de todas formas le hice caso y abrí la guantera, para nada más y menos que encontrarme con un pequeño frasco. Siendo honesta, esperaba algo más...interesante.

Lo tomé entre mis manos y lo saque de la guantera lentamente sin entender por qué Theodore tenía interés en que lo viera; el frasco era pequeño, más pequeño que la palma de mi mano, haciéndolo bastante discreto, con un líquido transparente en él. Lo curioso es que no tenía ninguna etiqueta en el, en su lugar, había grabado un símbolo químico del que claramente no tenía idea que significaba.

"C4H8O3"

—¿Qué se supone que es esto, Theodore?

—Éxtasis líquido.—dijo sin rodeos.

Mis ojos se abrieron de manera ligera.

—¿Por qué tienes éxtasis líquido en tu auto?—lo miré expectante.

—Después de dejarte en tu casa, fui a ver a Jayden-

—¡¿Tu mano está así porque fuiste a golpear a mi amigo?!—chillé.

Ahora todo tiene sentido, es por eso que Jayden no se comunicó conmigo durante el resto del día. Dios.

No podía siquiera imaginarme el estado en el que Theodore lo dejó.

—¡Dejame terminar de hablar maldita sea!—levantó la voz exasperado, dándole un pequeño golpe al volante en el proceso, callandome de golpe.

Me quedé estática en mi lugar, no esperaba esa reacción. Por un momento había olvidado que no estaba lidiando con cualquier persona.

¿Cómo podría olvidar que tenía al lado a la misma persona que molió a golpes a un pobre adolescente en medio del bosque?

A un asesino.

Pero...¿acaso yo no lo era también?

—L-Lo siento.—dije en un balbuceo.

Theodore se aclaró la garganta, retomando la compostura. Ignorando por completo lo sucedido segundos antes.

—Fui a ver a Jayden, solo por el simple hecho de que había algo que no me cerraba. El estado en el que te encontré en el bosque no podía ser producto de un estupido brownie.—me explicó más calmado. Mientras que yo solo me limitaba a escuchar en silencio, pero ya sabía de antemano que no me iba a gustar en absoluto nada de lo que iba a decir.—Estaba seguro de que se trataba de otro tipo de sustancia, pero pocas personas realmente tienen acceso a ese tipo de sustancias, porque yo soy quien se encarga de su distribución. Y ciertamente Jayden no forma parte de mi círculo, por lo que era obvio que otra persona se lo proporcionó. Fui a buscar nombres, aunque por supuesto que tu amiguito no quiso colaborar, no tuvo otra opción más que decirme el nombre.

HellsfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora