Capítulo 8

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La llegada a Hellsfield no era como lo esperaba, se suponía que era un pueblo. Quizás mí concepto de pueblo era anticuado, pero cuando el tipo de la estación de servicio nos dijo que era un lugar ideal para descansar, tomé la palabra en su más sentido literal.

Imaginaba el pueblo rodeado de casas pequeñas quizás hechas de roble o algún material similar, una casa tras otras, pocos habitantes.

Estaba equivocada.

Si bien era obvio que Hellsfield no tenía el porte de ser una ciudad, se notaba la gran influencia de la ciudad más cercana de Carolina del Sur, Charleston.
Las casas me parecían impresionantes y no tenían nada de pequeñas. Aunque tampoco las podía comparar junto a una mansión, eran de una arquitectura renacentista junto con una paleta de colores que no podía apreciar muy bien debido a la oscuridad, pues habíamos llegado bastante tarde. Además cada casa estaba alejada a una distancia lo suficientemente prudente de la otra como para poder mantener la privacidad de cada vivienda.

A simple vista, solo pude pensar que Hellsfield no era un lugar para cualquiera, a menos que tuvieras una cantidad considerable de dólares en el bolsillo.

—No te dejes engañar por lo exterior Rory.

Alejé la mirada de la ventanilla del auto para mirar a mí hermana, confundida por sus palabras.

—¿Por qué lo dices?

—Estamos en la zona de ricos.— aclaró.— Esa no es la zona en la que nos hospedaremos.

—Evidentemente.—oí la voz de mí mellizo en el asiento trasero.

—¿Y dónde pasaremos la noche?—no pude evitar preguntar, no creía que alguno de mis hermanos tuviera idea tampoco, pero a esta hora no había nadie fuera como para poder preguntar.

—Seguro tienen alguna tienda 24 horas, después de todo este pueblo parece ser uno bastante particular. Podríamos preguntar, y de paso comprar otras cosas.

—De acuerdo.— devolví la vista hacia la ventanilla.— Por cierto...¿cómo pagaremos el hospedaje?

La idea era quedarnos a largo plazo, aunque nada era seguro, pero pensar en los costos de todo me estaba comenzando a preocupar. Por mí parte cargaba con algo de dinero, pero no lo suficiente para pagar la estadía por tantos días. No era lo mismo pasar la noche en un motel cualquiera y cerca de la carretera, que en un pueblo. Uno era extremadamente barato e inseguro y el otro mucho más costoso teniendo en cuenta que somos solo cuatro adolescentes.

—Por un tiempo sobreviviremos con mis ahorros de la universidad.— habló tranquila.— Además conservé el cheque de John, gracias a dios.— noté el ceño fruncido de Mason a través del vidrio retrovisor ante la mención de nuestro ahora ex-profesor. Había olvidado que mis hermanos aún no estaban al tanto de ciertas cosas. Menos mal que mí mellizo, de momento, no preguntó nada a diferencia de Max que estaba dormido, por lo que no tenía idea de la conversación.— Pero no cabe duda en que tendremos que buscar algún trabajo de medio tiempo.

—Mason y yo también podríamos sacar algo de nuestras cuentas de ahorros, por lo menos yo, dudo que vaya a ir a la universidad.

Mackenzie me dedico una sonrisa de lado.

—No es necesario. Nos las arreglaremos.—volvió a centrar su vista hacia en frente.— Lo prudente es que guarden ese dinero, sea o no para la universidad, lo necesitarán.

Mason solto una pequeña carcajada desde el asiento trasero, logrando que me diera vuelta para mirarlo en la oscuridad. Un poco desconcertada.

—Hay que ser bastante ingenuo para creer que mamá y papá invirtieron dinero en nuestros estudios. Vamos Rory, tu y yo lo sabemos a la perfección.—Mason comenzó a subir el tono de manera gradual, liberando así una pizca de resentimiento del que jamás me había percatado antes.—Y aunque lo hubieran hecho, apenas cubriría los gastos de la bibliografía del primer semestre. Es patético.

HellsfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora