New Wonderland

22. Evidencia.

—No puedo creerlo —Loretta sacudía la cabeza en consternación.

Piso ochenta de la Torre Luna Llena, sala de reuniones de Dandelión. Quince de las hijas del León acompañaban a Loretta, los reyes y Moshie, revisando los videos captados aquella noche por las cámaras de seguridad del Cabaré Golden Fénix.

El ingreso y salida de Louis en compañía de "un muchacho" era inequívoco. Moshie e Índigo aún disputaban si aquel era Vante, pues a causa del hechizo de Jack y el deseo pedido por el príncipe, su identidad era difícil de reconocer aún bajo la infalible lente de las cámaras.

Por sobre los hombres desnudos del escenario, el hallazgo que alborotó a las hechiceras fue otro.

—¡Es mi papá! —la leona se sostuvo la cabeza con ambas manos, ampliando la proyección mágica que cubría la pared del fondo. Sus hermanas asentían con ella— ¡Ahí! Justo ahí. Lo sacaron ¡Y después volvió! ¡¿Pero cómo?! ¡Yo hablé con su sangre y...

—Tengo un muestra de la sangre que manchó a los guardias —informó una de las damas presentes entregando a su líder un pequeño frasco. En su interior había un trozo de tela manchado de sangre oscurecida por las horas.

—Momento ¿Ese tipo es tu padre? —asqueado, Moshie pausó la imagen en el momento exacto en que Agust reía siendo sacado del recinto por los guardias— ¿Me estás diciendo que Agustino de Dandelión, ley y autoridad máxima del reino? ¡¿Es este tipo?!

—Ah... —Loretta, demasiado feliz por el hallazgo y ansiosa por interrogar a la nueva muestra de sangre, rió nerviosa— Sí.

—¡Ese lunático aparece para robar mis plumas cada vez que me presento! —bufó encrespado, retrocediendo el video para enseñar el robo; el momento exacto en que el sospechoso se escabullía al pie del escenario y usaba sus sellos mágicos para arrancar una pluma al glamoroso bailarín principal, es decir el mismo Moshie— ¡Mira! ¡Lo hizo hace un par de horas! ¡Míralo reír al desgraciado! Cada vez trae una identificación diferente ¡Es un delincuente!

—Yo también te las robo —aclaró Loretta sin un ápice de remordimiento— Las plumas de fénix contienen magia poderosa. Dime ¿Has ayudado a defender la frontera alguna vez? No ¿Cierto? ¡Entonces no obstaculices el trabajo de quienes te permitimos vivir en un reino seguro!

—¿Dandelión está vivo? Todo este escándalo ¡Sin pruebas! —alegó el Rey dragón desde la silla al fondo, donde las chicas lo rezagaron para que dejara de gruñir.

—Cálmate —sugirió Gin, quien tras el dragón le daba un masaje en los hombros para mantenerlo sereno con su magia—, y cierra el hocico, por amor al cielo; si hay posibilidad de que todo esto se aclare sin desgracias ¡Por favor no lo arruines!

—¡Silencio! —ordenó Loretta dejando el trozo de tela con sangre en la mesa.

Ocupó el mismo truco que en el cementerio; extendió su mano sobre la sangre sin tocarla, infundiendo en esta energía color carmesí para obtener de su testimonio. Esta vez se aseguró de compartir su visión con los presentes, extendiendo su otra mano hacia el muro blanco que dejó de proyectar la imagen de las cámaras de seguridad

—¿A quién perteneces y cómo llegaste aquí? —preguntó a ojos cerrados.

Todos lo vieron; a Vante lanzar la roca al gato que no conseguía alcanzar, cómo este cayó al suelo muerto en un instante pero, esta vez, el viaje de la sangre hasta su actual posición fue bastante más largo que el de aquella derramada en el suelo del cementerio.

Eran escenas mudas, fugaces y confusas. Vieron la sangre impregnarse en el cuello de la camisa de Dandelión. A Vante cargar el cuerpo vacío, sin alma, hasta la cripta... Todos miraron a Índigo; su hijo efectivamente había asesinado a Agust y abierto la cámara de piedra, liberando el fuego bermellón y al Loco Descolorido de su interior.