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Hay miradas que al encontrarse pareciera que se hubieran buscado toda la vida.

Hay miradas que como si fueran imanes, no pueden despegarse.

Hay miradas que pueden hacerte tocar el cielo y en otras ocasiones el infierno.

Pero, lo importante era poder sentir la magia que generaban y era lo que ambos estaban viviendo en estos momentos. Parecía una guerra sobre quien sostenía más la mirada, pero al mismo tiempo era todo tan pacífico. No era secreto y a estas alturas ya no podía serlo. Ellos compartían esas miradas que aunque no lo admitieran y tal vez no se dieran cuenta, no se las daban a nadie más.

Taeyong, estaba terminando de limpiar las heridas de Yuta, después de que su mirada se desviara a los labios de él y que encima se diera cuenta, regalando una sonrisa que lo hizo sentirse más nervioso. Seguía sobre su regazo y trataba de no pensar en eso, por lo que estiró su brazo hacia el botiquín que estaba a su lado y buscó una curita, dándose cuenta que el castaño estaba mandándole mensajes a alguien, decidió hacer de las suyas. Colocó la curita sobre la ceja de Yuta y se alejó para ver el resultado de algo que le dio un conjunto de emociones. Estaba sentado sobre una persona que a la vista de cualquiera podía ser intimidante, ya sea por su rostro serio o por esos tatuajes que le llenaban los brazos que tenía a sus costados, pero no lo podía tomar en serio al ver la curita color rosa de Hello Kitty que le había puesto.

Yuta, estaba mandándole mensajes a su hermano avisándole que estaba todo bien y que no se preocupara, pero reaccionó al ver cómo el pelirrosa tenía su miraba puesta en él y se aguantaba la risa. Alzó las cejas, sabiendo que algo había hecho, abrió la cámara de su celular y se sorprendió al ver algo tan llamativo e infantil sobre su cara. Podía jurar que nunca había siquiera pensado en que se tratara de algo así y eso lo hizo reír por la manera tan inocente en la que Taeyong lo estaba viendo, por lo que decidió también sorprenderlo y sonreír al sacarse una foto, lo cual definitivamente había dejado embobado al menor.

Y volvían otra vez a compartir miradas con cierta complicidad, como si todo fuera lento y de alguna manera acercándose. Pero, a veces la suerte o el destino no quieren acompañarte y fue exactamente lo que pasó cuando escucharon cómo el celular de Taeyong comenzaba a sonar desde algún lado del living recibiendo suspiros de frustración por parte de ambos.

Taeyong, aprovechó a levantarse del lugar en el que estaba, para que no se viera su vergüenza aunque fuera demasiado tarde y decidió contestar sin ver quién era.

—¿Hijo?, ¿Cómo estas? —Preguntó su papá.

—Bien, ¿Pasa algo? —No quería ser así, pero estaba enojado con el hecho de que ni siquiera le avisaran que se habían ido.

—No me hables así, Taeyong.

—¿Cómo quieres que te hable?, No me avisaron que se fueron. —Hablaba olvidándose que había alguien más ahí.

—No tuvimos tiempo, tuvimos que venir a Busan porque son negocios urgentes.

—Para ustedes siempre todo es urgente. —Estaba tan cansado de esa situación.

—¡Es lo que hacemos por ti y para tu futuro! —Decía su padre como si su hijo no lo supiera de memoria.

—¡Yo nunca te pedí que planees mi futuro, Jungmin!

—Más respeto que soy tu padre. —Se escuchó cómo suspiraba.— Te llamaba para ver cómo estabas pero como siempre no se puede hablar contigo. Todavía no sabemos cuando volvemos así que te pido que no pase nada mientras no estamos.

—No te preocupes, chau.

Se despidió sin esperar ninguna respuesta y es que cualquiera pensaría que lo hace de caprichoso, pero no. Toda su vida se trató de ser lo mejor para sus padres, sin importarle recibir nada a cambio, pensando que así tendría el cariño que muchas veces le había faltado, pero nunca llegó.

ROSA Y NEGRO. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora