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Algunos días pasaban bastante lentos y otros demasiado rápidos.

Yuta había estado una semana tratando de procesar que la persona a la que más quería se había ido. El primer momento en el funeral había sido más que complicado por el conjunto de emociones en el que estaba tratando de calmarse. Familiares a los que no veía hace años y ahora aparecían queriendo demostrar su dolor y lastimosamente para ellos, Yuta no les creía nada. Odiaba la hipocresía con la que vivían esas personas que nunca habían ido a visitarla, de verdad, ni una vez.

Sus sentimientos por momentos eran desconocidos. Incluso antes queriendo entrar más de una vez a esa habitación pensando que podría verla y todo estaría bien, pero esto no funcionaba así. Varias charlas, varios besos por parte de Taeyong, que no lo dejó solo en ningún momento y es que no había aceptado siquiera pensar en soltarle la mano.

Le costó y sabía que sería un punto débil para él. Pero, por alguna razón había algo que le decía que su abuela estaría tranquila. Había algo que lo hacía sentir con cierta calma y es que todos los consejos que ella le dio alguna vez, iban a tener un propósito importante en su vida y él de verdad creía que sería así.

Se encontraba en su casa, específicamente en su habitación acostado con Taeyong, en su pecho. No se habían visto por dos días, pensando que ambos necesitaban su espacio, pero no había funcionado como ellos creían. La realidad era que se habían extrañado demasiado y lo peor es que ninguno sabía cómo decirle al otro que lo extrañaba sin sentirse como un intenso. Aún no estaban acostumbrados a ser demostrativos, pero era algo que sin darse cuenta salía natural entre ellos.

Lo que sorprendió a Yuta, fue hace un par de horas cuando Taeyong, le había mandado un mensaje diciendo "No me importa si te cagas de risa, pero te extraño." Muriéndose de ternura y a lo que él le había contestado "Yo también te extraño, ¿Cuándo nos vemos, rosita?" Y en menos de diez minutos habían acordado una tarde en la que no querían hacer más que pasar tiempo con el otro.

Fue a buscar a Taeyong a su casa, siendo recibido por incontables besos y reproches por no haberlo ido a ver antes. Después de haberle costado horrores que el pelirrosa quisiera subirse a su moto, porque sí, tenía miedo de caerse y lastimarse. Pero Yuta logró convencerlo, logrando una imagen de su rosita, abrazándolo por la cintura y retándolo ante la gran velocidad en la que iba o al menos así lo sentía.

—¿En qué piensas, Yu? —Habló el pelirrosa mientras alzaba su miraba hacia el rostro del castaño.

—En que no te dije lo hermoso que estás hoy. —Sonrió disimuladamente al ver la reacción de Taeyong.— Bueno, en realidad, estás hermoso siempre, rosita.

Taeyong estaba más que rojito y todavía no se acostumbraba a que Yuta lo tratara así. Pero, la verdad era que él se merecía eso y más, solamente que aún no lo creía. Aunque Yuta, no mentía al verlo con un pantalón negro bastante ajustado con un hoodie que mezclaba el color blanco y rosado que le quedaba por la altura de los muslos, pero ahora estaba un poco más arriba por las manos del castaño que acariciaban la cintura de su rosita.

—Basta, amor. —Escondió su cara entre sus manos— Me pones nervioso.

—¿Por qué?, Solamente te digo la verdad. —Sacó suavemente las manos de Taeyong de su cara y cruzaron miradas. —Eres hermoso y encima me quedo corto. —Volvió a sonreír contagiando al otro—. Eres perfecto, rosita.

Taeyong se preguntaba si podía sentirse de esa manera todo la vida porque era lo más lindo que había experimentado. Era Yuta haciendo que se sintiera la persona más afortunada del mundo, toda su paz estaba ahí junto a él.

—¿Por qué eres tan lindo?, Creo que me va a dar algo. —Habló el pelirrosa mientras, reía y alzaba su mano para regalarle un par de caricias al cabello de Yuta, que lo aceptaba encantado. —Yu, ¿Puedo preguntarte algo?

El castaño hace bastante que esperaba esta conversación y sabía que en cualquier momento llegaría. Era el momento de decirle muchas cosas a Taeyong. Era el momento de sincerarse verdaderamente con alguien y no había nadie mejor que la persona que le gustaba.

—¿Qué quieres preguntar, Rosita? —Dijo en un tono más grave, preparándose mentalmente para seguir hablando.

—¿A qué se refería tu nana cuando me dijo que habías estado deprimido tanto tiempo? —Se notaba como Taeyong, no sabía bien si era el momento, pero no paraba de dar vueltas en su cabeza.

La mirada de aprobación de Yuta mientras le sonreía fue como una inyección de sinceridad para Taeyong. Había algo en su mirada que reflejaba honestidad y al pelirrosa le encantaba eso, le daba cierta tranquilidad.

Yuta, cambió de posición, apoyó su espalda contra el respaldo de la cama y agarró la mano de Taeyong, para que quedara frente a él. Mirándose fijamente con algo de miedo, pero no había otro momento que fuera más indicado que ese.

Esas dos almas queriendo saber el porqué de aquellos dolores.

—Es bastante larga la historia. —Habló el castaño, tratando de poner alguna excusa.

—Tengo todo el tiempo, amor. —Ambos se rieron y juntaron sus manos para volver a mirarse sin prestarle atención a nada más.— No te voy a juzgar, solamente quiero saberlo, pero si no estás listo.

—No. —Contestó rápidamente—. Es momento de hablarlo y confió en ti.

Después de suspirar, se acercó a los labios del pelirrosa y lo besó como si fuera la primera vez. Aunque si era por ellos no dejarían de besarse pero para la mala suerte de ambos, tenían cosas que aclarar y Taeyong fue el primero en reaccionar.

—Bueno, es mejor que empieces porque así, me lo pones muy difícil. —Habló refiriéndose al besarse.

—Está bien. —Yuta se rió y eligió comenzar— Siempre fui bastante serio y no tenía la necesidad de agradarle a nadie, hasta que te conocí —Taeyong se sorprendió por no entender.— La primera vez que te vi, cuando éramos unos niños, no entendía por qué me había sentido de esa manera y por qué tenía tanta curiosidad. Pero te veías tan tierno con el tutu rosado y bailando al lado de Jungwoo, que no pude evitarlo. —Se rieron ambos.

»El problema era que a medida que íbamos creciendo mis sentimientos también. Yo no sabía cómo tratarte y tú, cada vez te acercabas más y no te importaba mi actitud. Cada oportunidad que tenías para que pasáramos tiempo juntos la aprovechabas para preguntarme porqué era así contigo y en ese momento no tenía respuestas. —Suspiró frustrado pero Taeyong apretó su mano, tranquilizándolo. —Me arrepiento de haber perdido tanto tiempo, pero todo era nuevo para mí. No sabía qué era querer a una persona que no fuera mi familia y bueno, eres fácil de querer que me estresaba. —Volvió a reír.

»Cuando supe que tenía que irme, fue horrible. Sabía que significaba no verte como yo lo hubiera querido y cada vez era peor. El último abrazo que nos dimos fue el que no olvidé durante años. —Los ojos de Taeyong comenzaban a llenarse de lágrimas. —Al tiempo entendí mucho más de mi sexualidad y fue bastante complicado, porque ni siquiera yo podía creerlo. Me sentía mal, cuando en realidad no era nada malo e incluso me sentía enojado contigo, como si fuera tu culpa. —Negaba repetidas veces. —Me había alejado de las personas que me hacían bien y conocí personas que solamente me llevaron a hundirme más. Cada vez era peor, hasta que un día mi abuela se cansó y decidió hablar conmigo, me dijo que no era nada malo mi orientación sexual y que me iba amar sobre cualquier cosa. —Sus ojos eran los que ahora comenzaban a soltar lágrimas.

—Estaba tan frustrado por todo lo que vivía y ella decidió que volviéramos. Al principio no quería, pero después supe que fue lo mejor que pude hacer. Estaba decidido en hablar contigo y aclarar lo que fuera. —Volvieron a mirarse fijamente. —Se suponía que se trataba de cerrar un ciclo, pero cuando te ví otra vez, entendí que no iba a ser posible porque nunca pude olvidarte, rosita.

Era como soltar un gran peso que tenía en los hombros desde hace mucho. Taeyong no podía creer lo que había escuchado y es que quería a Yuta junto a él toda la vida, porque ya habían perdido demasiado tiempo y ahora, sólo quería amarlo.

ROSA Y NEGRO. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora