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Los días pasaban normales para la pareja que prácticamente se veía todo los días, pero había tantas dudas e incertidumbre sobre que pasaría esa tarde. Era el momento en el que Taeyong tenía que cursar la última materia que le quedaba y si lo lograba, podía decirle adiós oficialmente a esa institución. Eran tantas emociones encontradas, hace una semana que Yuta no de despegaba de el, con tal de poder ayudarlo en cualquier cosa que necesitara y no tenía idea de cuánto le agradecía esa actitud, necesitaba con todo su corazón tenerlo a su lado y así fue.

Yuta estaba orgulloso de ver el esfuerzo que su novio ponía cada día y se sentía feliz de poder brindarle su apoyo, pero no era tonto y notaba como por momentos la mirada de Taeyong, se convertía en una triste, eso solo lograba sentir una punzada en el pecho. No podía negar que le dolía saber que su futuro estaba a nada de ser decidido, no podía siquiera pensar en pedirle al pelirrosa que se quedara. No se trataba de lo que él quería, porque jamás sería egoísta con su novio y por mucho que le costara, si Taeyong elegía irse, no iba a ir en contra de eso.

Era un tema que ninguno quería tocar, les dolía porque solo se basaban en el miedo y la inseguridad, ¿Pero qué se podía esperar? Ninguno estaba listo para terminar algo que tanto les costó empezar. Había dos almas en juego constantemente y una balanza que no sabía para que lado tirar.

Yuta no creía en las relaciones a distancia y quería convencerse que por Taeyong, podría cambiar ese pensamiento, pero también era débil al momento de pensar en estar a kilómetros de la persona que ama, era una tortura constante, más cuando el sobre pensar lo molestaba todo el tiempo, parecía estar en contra de su propia mente.

Por otro lado estaba ese Taeyong, soñador y con esperanzas de que todo saliera bien con la persona que consideraba como el amor de su vida, pero también era tan realista que le dolía, era peor cuando todo dependía de su decisión. Pero se encontraba en el aula de clases, solamente esperando a que le dijeran como le había ido.

—¿Lee Taeyong? —escuchó hablar a su profesora de economía.— Aprobaste, puedes irte. —Ella sonreía.— ¡Felicidades! —se retiró rápidamente.

Levantó la vista y se encontró con la planilla de calificaciones, efectivamente al costado de su nombre aparecía como aprobado. Sin esperar mas, se retiró rápido de ese lugar.

Solo pensaba en ir a casa de su novio y contarle que le había ido bien, porque lo había ayudado tanto, que en parte hubo un esfuerzo de el, al quedarse tantas madrugadas sin tener idea del tema que estudiaba, pero acompañándolo incluso con mates con tal del que menor no se durmiera.

Pero en ese momento la realidad lo golpeó, frenó en seco en ese pasillo vacío y sintió como lágrimas salían de sus ojos sin parar. Quería estar feliz, de verdad, en lo profundo de su corazón lo deseaba, pero simplemente no podía hacerlo, se sentía tan egoísta y no podía con ese peso. 

Siguió caminando mientras trataba de calmarse a si mismo y secaba los rastros de ese llanto que solo le recordaba lo sensible que podía llegar a ser, agradecía que nadie mas lo notara, porque no podría responder en ese momento.

Pero nada de lo que había pasado antes tuvo relevancia alguna, cuando salió del establecimiento y se encontró con Yuta, apoyado en su moto, observó en su rostro esa seriedad con aires de superioridad que podía jurar lo haría desmayarse por lo lindo que se veía.

Se sentía tan afortunado que no le cabía en el pecho.

Quería correr y abrazarlo pero no podía, porque su mente solo quería guardar la imagen de como se veía en ese momento. De igual manera, al encontrarse con los ojos del castaño clavados en el, se notaba que estaba esperando algún indicio sobre qué había pasado. Así que se acercó de forma tan lenta que lo desesperaba, pero aun así sintió demasiados nervios al quedar frente a el.

—Hola amor —preguntó Yuta, mientras lo agarraba de la cintura.— ¿Lloraste?, ¿Qué pasó?

De la nada, rompió en llanto nuevamente, sin poder evitarlo. Solo en ese momento deseaba que su novio lo conociera menos, para que su corazón no doliera tanto. Solo buscó refugio en el cuello ajeno, escondiendo su carita y siendo recibido por ese perfume que amaba, como si fuera el lugar que lograba hacer que se olvidara del mundo.

—¿Salió mal?, no te preocupes, si quieres te acompaño y vemos que más puedes hacer para que puedas aprobar, amor. —Decía mientras acariciaba la espalda de su novio.

Y ese era el Yuta que amaba con toda su alma. Ese que con el, podía la persona mas pura que conoció alguna vez. Ese que lo comprendía en cada momento y se ponía siempre en su lugar, como si su vida dependiera de eso. Ese era el hombre con el que quería pasar el resto de su vida, no estaba dispuesto a renunciar tan fácil.

—Todo va a estar bien, te lo prometo, yo voy a estar contigo, rosita.

Yuta no sabia como calmar a su novio, sentía tanta impotencia porque no poder hacer mas que darle su compañía y amor incondicional. Pero como si estuvieran conectados, lo miró fijamente, supo que en esa mirada se escondía algo más y necesitaba saberlo, pero no lo iba a presionar, cuando Taeyong estuviera listo se lo diría.

Las manos del castaño subieron al rostro de su novio y lo acarició lentamente, dejando un beso en cada parpado, sintiendo como el cuerpo ajeno parecía relajarse, disfrutó de verlo nuevamente en calma, sin poder evitarlo beso los labios que había extrañado, siendo respondido rápidamente y con la misma necesidad.

—¿Me dejas llevarte a un lugar? —Dijo Yuta a penas separándose y Taeyong, solo asintió, porque las palabras no salían de su garganta.

Le dio un beso mas y en silencio buscó el casco para ponérselo a su novio, repitió lo mismo y se subió a su moto, para que el pelirrosa copiara la misma acción, y se pegara a su espalda para abrazarlo por la cintura con fuerza, pero no le dijo nada, porque le gustaba.

En todo el camino cada uno iba en sus pensamientos, tan perdidos entre una nostalgia que no entendían de donde había salido, pero ahí se encontraba, atormentándolos. Hasta que en un momento se alejaron bastante de la ciudad, llegando a una cabaña que estaba al borde de una laguna en la que comenzaba a reflejarse la puesta de sol.

Yuta estacionó frente a la puerta y Taeyong, no entendía que estaba pasando. Por su mente solo pasaba que nunca había visto un lugar tan hermoso. El viento chocando en su rostro, le daba ganas de quedarse ahí para siempre.

Después de que ambos bajaran de la moto, el castaño estiró su mano hasta la de su novio y este lo agarró rápidamente. Se acompañaban en silencio y siendo guiado hasta la puerta, para quedarse aún más asombrado por lo que había dentro de aquella cabaña.

Era todo tan cálido que no parecía que tuviera algo que ver con Yuta, pero los pétalos de rosas esparcidos por el suelo, un cartel con letras hermosas que decía "Felicidades Rosita" y fotos de ellos colgando de los globos que permanecían en el techo.

Se alejó de su novio, para acercarse y verlo de cerca, encontrándose con chocolates y demás cosas. Era ese momento en donde todo en el, explotaba de felicidad, explotaba de amor por Yuta.

—No importa si no pudiste, para mi, eres el mejor. —Habló el castaño atrás de él.

La mente de Taeyong, no podía con todo eso y es que Yuta, se tomó el tiempo de prepararle una sorpresa de esa magnitud y mejor aún, tuvo la confianza de creer en él, incluso antes que el mismo.

—Si pude. —habló de una vez Taeyong.

La mirada de Yuta se veía aun mas confundida, tantas cosas daban vueltas en su mente sin entender el verdadero porqué ante la tristeza que su novio cargaba en los ojos, solo se moría de ganas por descubrir la realidad.

ROSA Y NEGRO. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora