15

101 11 0
                                    

Había momentos que podían llenarte de paz. Había momentos que no hacía falta que sea el mejor, simplemente tendían a ser la mayor muestra de amor que alguien podía tener.

Esa sinceridad que tanto le gustaba a los dos, se convertía poco a poco en su manera de demostrarse todo lo que tenían guardado, porque antes era demasiado pronto y ahora, era el momento justo para ambos. Se merecieron siempre este momento y había que aprovecharlo siendo solo de ellos dos.

Taeyong había escuchado cada una de las palabras de Yuta y seguía sin poder creerlas aún, pero más que fascinado por esas. La sensación de calidez que sentía el pelirrosa en el pecho parecía ser inexplicable, además de lo libre que se sentía Yuta, después de haber podido sincerarse como hace mucho deseaba.

Ninguno sabía cómo seguir esa conversación y tratar de no emocionarse en el proceso, pero era demasiado complicado después de escuchar tantas verdades que causaban una mezcla de emoción y tristeza. Ambos con rastros de lágrimas en el rostro y sin saber cuál sería el próximo paso. Pero todavía quedaba Taeyong, que necesitaba contar su parte de la historia. Porque al final, era la historia de los dos que juntaban piezas inconclusas.

—Eres una persona muy fuerte, Yuta. —El pelirrosa estaba nervioso y conmocionado aún. —Yo... Yo también tengo que contarte muchas cosas—

—No hace falta hablarlo ahora si no estás seguro, rosita. —Respondió el contrario sosteniendo las manos de Taeyong.

—Hace falta hacerlo y más después de que tuviste la confianza de decirme todas esas cosas. —Sostuvo con sus manos la carita ajena, mirándose fijamente. —Yo también confió en tí, amor.

Había tanta honestidad en esas miradas y en la sonrisa después de esas palabras que les decía que dejaran el miedo. Que pudieran amarse como siempre quisieron sin importar nadie más y eso, era lo que iban a cumplir.

—Bueno... —Suspiró nervioso a lo que el castaño optó por dejar un beso en sus labios, intentando calmarlo. —Desde que tengo uso de razón que soy amante del color rosa, creo que te habrás dado cuenta. —Rieron ambos tratando de calmar un poco la tensión. —El principal problema era que a nadie le parecía "normal" que siendo un niño me gustara tanto ese color. —Vio cómo Yuta rodeaba los ojos provocando una risa de su parte. —Sí, ya sé, una estupidez, de igual manera sabía que su concepto de normalidad no encajaría conmigo, porque me gustaban las cosas delicadas, no me gustaba ensuciarme cuando jugaba y así. Pero mis padres no estaban de acuerdo y prácticamente me obligaban a ser lo opuesto a lo que era realmente. Me dolía tanto que encima que no estaban nunca conmigo, no pudieran al menos, aceptarme. Y la única manera de sentirlos un poco más cerca era cuando me iba bien el colegio, pero me sentía tan vacío que me costaba entender el porqué de las cosas, no podía.

»Hasta que conocí a Jungwoo que me quiso tal y como era. —Había un brillo en sus ojos que fascinaban al mayor. —Cuando no me dejaban usar las cosas que me gustaban y Jungwoo estaba conmigo. Escondía cualquiera de esas cosas en su mochila y las usaba cuando me quedaba en tu casa. —Sus ojos comenzaban aguarse al recordar esos tiempos— ¿Te acordas de la primera vez que nos conocimos y me viste con ese tutu rosado? —Asintió Yuta. —Bueno, esa fue una de las tantas veces que hacíamos eso. —Sonrieron con cierta nostalgia.

»Puedo considerar el día que te conocí como uno de los más lindos que viví. No me conocías y parecías tan harto de la situación y aún así, te pusiste a jugar con nosotros. —El castaño estaba totalmente sonrojado. —Había algo que me decía que te buscara, había algo que me decía que no te dejara. —La sorpresa en la mirada ajena lo hacía querer seguir. —Yo tampoco entendía bien qué estaba pasando, traté de no darle mucha importancia. Pero, ambos crecíamos y cada vez que te veía mi corazón se aceleraba que incluso me daba miedo y es que cada rechazo que recibía de tu parte, dolía mucho. —Sentía el arrepentimiento en los gestos de Yuta. —Pero, de igual manera no aceptaba un no. —Y al alzar la vista se encontraba cierta esperanza que le encantó a el pelirrosa.—Y cuando estaba aprendiendo acercarme a ti de una manera que no te sintieras amenazado, llegué a tu casa y resulta que te ibas, me acuerdo perfecto que me diste un abrazo tan sincero que por días no pude dormir. —Su tono de voz era realmente triste—. Intentaba superarte, pero no podía y cada vez era peor porque te extrañaba demasiado y sin embargo nunca coincidíamos para volvernos a ver.

ROSA Y NEGRO. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora