7. Un año

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Me encontraba alerta.

El año se cumplió y eso solo significaba una cosa...

La propuesta de Osvaldo.

En realidad, ya había pasado más del año y cada día me encontraba pendiente de lo que hacía el chico.

Por ahora sus tratos seguían con normalidad, él no había comentado el asunto y la verdad es que yo tampoco.

Hace casi dos meses tuvimos nuestra primera cita y todo fue espectacular, me llevó a un lindo restaurante, bailamos salsa, merengue, bachata, tantas músicas, aunque Lalo no era tan bueno bailando, pero lo intentaba, hizo todo para hacerme sentir especial esa noche.

Nunca la había pasado tan bien, a decir verdad.

Pero desde ese día nunca habíamos estado solos, siempre era en reuniones familiares o con sus amigos, hasta hoy...

Mi padre me había hecho el favor de venirme a dejar a la casa de Osvaldo, recientemente se había mudado y solo compartía su casa con su pequeño perrito Tilín, un lindo salchicha.

Lalo me comentó que iba a grabar un video con Sam para su canal de YouTube, pero a mi hermana se le había presentado algo entonces necesitaba ayuda, así que se le ocurrió que podía ayudarlo.

¿Qué íbamos a hacer?, ni idea.

Solo le había pedido que si se podía prefería no mostraré ante la cámara y él acepto sin problemas.

—¿Quieres que venga a recogerte? — preguntó mi padre mientras se estacionaba.

—No, no te preocupes, le diré a Osvaldo que me vaya a dejar después de que terminemos de grabar el video — contesté.

—Está bien.

—Adiós, papi — le di un beso en la mejilla.

—Adiós, mija.

Salí el auto y toqué el timbre de la casa, segundos pasaron hasta que el anfitrión me abrió.

—Hola — saludo — Por favor pasa.

Ingrese saludando y escuche al carro de mi padre irse.

—Gracias por la invitación, tu departamento esta bonito — comenté mirando el lugar.

Todo estaba correctamente ordenado, aunque en uno de los rincones aún había cajas sin abrir.

—Disculpa el desorden — enuncio Lalo y reí por lo bajo.

—¿Desorden?, esto está más limpio que mi cuarto — informe con gracia — ¿Cuánto te demoraste? — interrogue mirándolo fijamente.

—No me mires así que no te puedo mentir — me tomo de los hombros y reí — Confieso que estuve toda la mañana limpiando solo porque venias tu.

Me pare en puntillas y deje un beso sobre su mejilla.

—Eres un lindo, pero no debiste molestarte con tanta formalidad — me quite mi bolso y lo deje encima de la mesa de comedor.

El lugar lucía un poco vacío, aún faltaba amueblarlo.

—¿Quieres algo de tomar?, agua, café, soda... — ofreció el de lentes.

—¿Tienes café?

—Si, es algo indispensable para mí.

—Eres un adicto al café como yo — confesé y este me miro con una sonría.

Nos dirigimos a la cocina juntos.

Lalo sirvió una taza de café para mí y le agradecí.

—Entonces, ¿Qué haremos? — cuestione.

𝙅𝙪𝙨𝙩 𝙛𝙤𝙧 𝙖 𝙢𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩 | 𝘌𝘭 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢𝘯𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora