22. Descubriendo todo

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¿Ahora qué hago?

—No esperabas que vinieras — mencione con la voz algo temblosa por los nervios.

Osvaldo estaba sentado frente a mí.

—Olvidaste una prenda en mi casa y también quise verte — me entrego una funda.

Recorrió la mirada y se quedó fijo en la canasta con ropa limpia.

—No sabía que también les doblabas la ropa, das buenos servicios — comentó.

Era ahora o nunca.

—¿Por qué no la cargas? — pregunté.

—Bueno.

La agarro con cuidado y la puso sobre sus piernas.

—¿Cómo se llama?

—Rose — la bebé río tiernamente cuando Osvaldo le hizo cosquillas en la pancita — Su nombre es Rose Palacios Rivera.

—Qué casualidad, tiene mi apellido y...

—Ella es nuestra hija, Osvaldo — dije finalmente.

Me di cuenta que el chico no comprendió la indirecta, así que decidí ser más clara, pero a parecer fue demasiada.

Se quedó paralizado.

—¿Osvaldo? — pasé mi mano frente a su cara — ¿Estás bien? — no decía nada — Osvaldo — lo sacudí levemente.

—Perdón, es que estoy analizando todo.

Miro a Rose y después a mí.

—Ella...

—Sí, Osvaldo — afirmé — Es nuestra hija, volví por eso, quería que la conocieras.

—Violeta, ¿Por qué recién me lo dices? — cuestionó.

Me tense un poco, este era mi miedo que se enojara y me reclamara justo cuando las cosas se mejoraban.

—Me enteré cuando fui a España, en ese entonces nos peleamos y tu no querías saber nada de mí, pero no me enoje contigo por eso, estoy agradecida — confesé — Me permitiste ser madre de esta niña tan hermosa y la cual amo con toda la vida.

—Estuviste sola en toda esa etapa que debimos compartir juntos — murmuró y me observo con pena — Lo lamento.

—No tienes que disculparte — tome su mano — Al comienzo fue duro porque no sabía cómo era ser madre, pero Rose siempre ha sido una buena niña y no estaba sola, tenía a Luzu, Lana y Alex, y si ahora tú quieres, también te puedo tener a ti.

—Violeta, ¿Cómo podría no querer? — sus ojos se aguaron viendo a Rose — N... no puedo creer que sea padre.

Se limpió las lágrimas y una gran sonrisa se posó en su rostro.

—Soy papá — me miró sonriente y con ilusión.

Me rodeo con su mano izquierda, abrazándome.






[...]







Una semana después, Osvaldo había ido todos los días a casa, desde que empezaba el día hasta que anochecía.

Él se encargaba de arropar a Rose, de darle de comer sus papillas, ahora se había vuelto un experto preparando biberones.

Se había descuidado de sus streams que ahora nuestros amigos andaban investigando la razón de sus excusas y falta de presencia, por lo tanto, planeamos todo para reunirlos todos en su casa para presentarles oficialmente a nuestra hija.

—Pero mira que linda se ve mi niña — mencionó Osvaldo — ¿Te gusta el vestido que le compre? — me pregunto.

—Está lindo — sonreí al verlo tan emocionado.

—Mi niña es la más hermosa — habló con una voz chillona para Rose mientras la levantaba por los aires y ella reía.

El timbre sonó.

—Como lo practicamos — dije para el de lentes y él asintió.

Fui a abrir la puerta y recibí a todos que habían llegado en conjunto.

—Bueno, ¿Cuál es la sorpresa? — pregunto Ama.

—Quiero que todos se tapen los ojos cuando lleguen a la sala y cuando yo les diga pueden ver — informe.

Todo se hizo a ese modo.

Los chicos se taparon los ojos y de la cocina salió Osvaldo con Rose.

—Pueden destaparse los ojos — mencione y mis amigos lo hicieron.

—Soy papá, mien — anuncio Osvaldo.

Los chicos se sorprendieron completamente.

—¿Qué?

—No te creo — dijo Juan viéndome.

—¿De verdad? — cuestionó Aldo.

—Saluden a su sobrina, ella es Rose — contesté.

—Yo ya sabía — dijo Mar.

—Amor, ¿Por qué no me dijiste? — le reclamo Roier a su novia.

Y así empezaron miles de conversaciones distintas, mientras se pasaban a Rose de un lado a otro.








[...]









—No puedo creer que esta niña toda bonita sea tu hija — comentó Aldo para el de lentes y todos rieron.

—Obviamente saco la belleza de Violeta — agrego Ari y todos volvieron a reír.

—No puedo creer que nos ocultaras esto, soy la tía más feliz — dijo Ama la cual estaba a mi lado acariciando la cabeza de Rose que ya estaba completamente dormida.

—Ya, pero yo soy la tía favorita — habló Sam.

—Yo soy la tía chida — se autonombro Mar.

Y así empezó una discusión de la cual escape para que Rose no se levantara a medio de la noche.

Me dirigí a la habitación de invitados donde me iba a quedar esa noche.

La puerta se abrió dejándome ver a Osvaldo.

—¿Ya vas a acostarla? — preguntó con tono bajo y asentí — Oye y si hoy duerme conmigo, digo, tal vez, solo si tú quieres, podemos llevarla a la habitación y tú también puedes dormir ahí.

Lo mire con una sonrisa ladina.

—No lo tomes a mal, solo que... son cosas que me hubiera gustado hacer como familia, es como una ilusión mía.

Me acerqué al chico de lentes.

—Ahora somos una familia — murmure — ¿Puedes traer la cuna de Ro?

—¿Qué?, ¿Eso es un sí?

—Sí, tonto, apúrate o luego me arrepiento.

—Sí, sí, ya voy.

Salí de la habitación, pero me quedé en la puerta viendo a Osvaldo como celebraba.

𝙅𝙪𝙨𝙩 𝙛𝙤𝙧 𝙖 𝙢𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩 | 𝘌𝘭 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢𝘯𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora