20. Fiesta

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Tal y como Mar lo haba dicho, Roier y ella pasaron por mí.

Eran alrededor de las nueve de la noche.

Mi ahora mentalidad de madre decía que eso era muy tarde, pero para mis amigos a esa hora recién empezaba la fiesta.

No tuve que preocuparme de Rose, la había dejado durmiendo e igual mis padres dijeron que yo podía quedarme a dormir con los chicos si quería y ellos se encargaban de Ro en la mañana.

Tiempo más tarde nos detuvimos en la casa de Juan y Ari, el ambiente estaba al tope, hace tiempo que no salía a una fiesta y es que tampoco eran mi cosa favorita en el mundo.

Había muchas caras desconocidas, Fuimos directamente al patio donde no había mucha gente, Roier nos guio hacia Aldo y Osvaldo.

Los salude a ambos y solo me quede callada escuchando la conversación que tenían.

—Iré por un trago — susurré para mi mejor amiga.

—De acuerdo.

Me levante y me movió con cuidado adentro de la casa esquivando a la gente que charlaba 6 bailaba.

Tome una cerveza, la cocina tenía un leve espacio de la pared despejada que permitía que se viera la sala.

Me arrimé al mesón y le di un sorbo a la botella.

Me siento una completa desconocida, como cuando apenas conocí a Osvaldo y este mundo era completamente diferente al mío y por ratos me sentía sola.

—Hola — saludo alguien.

Giré mi rostro, era un chico con tatuajes con linda sonrisa, me dio buenas vibras.

—¿Por qué estás aquí?, la fiesta es afuera — destapó su cerveza.

—No es mi ambiente.

—Entiendo, ¿Eres amiga de Juan o de Ari? — preguntó.

—Ambos, pero vine con otros amigos — contesté.

—Soy Ronaldo — me dio la mano y la tome — Pero me dicen Ronny.

—Violeta, mucho gusto.

—Espera, ¿Violeta qué? — cuestionó mirándome con curiosidad.

—Violeta Rivera.

—Eres la hermana de Samantha — afirmó más que pregunta — Con razón tu rostro se me hacía algo conocido, ella siempre me habla de ti.

—Espero sean cosas buenas.

—Sí, te admira mucho — confeso.

Sentí bonito.

—Y, ¿Cómo conoces a mi hermana? — pregunte.

El chico se acercó a mi lado.

—Soy su entrenador para La Velada — respondió.

—Increíble, si me das vibes de boxeador — el castaño río.

Estuvimos un rato más hablando hasta que otra persona se hizo presente.

—Mariana — me interrumpió Ronny.

Giré levemente mi rostro y vi a Osvaldo saludándose con mi acompañante de charla.

—¿Cómo están? — preguntó el más alto poniéndose a mi otro lado.

—Bien, charlando con Violeta, es muy buena onda — mencionó el otro chico y le agradecí con una sonrisa.

—Me alegro, me alegro — murmuró Osvaldo.

Otra cuarta persona se hizo presente, una chica.

—Ronny, surgió algo, me voy — era pelinegra y muy linda.

—Entonces me voy contigo, espérame Becca — la chica asintió — Adiós, Violeta, date una vuelta por las prácticas con Rivers, aunque no sea tu ambiente.

—Lo tomaré en cuenta — nos despedimos con un beso en la mejilla.

Osvaldo y él se despidieron con un abrazo.

Me quedé en el mismo sitio en silencio, tomé lo último que quedaba en la cerveza y fui por otra.

—¿Ahora tomas alcohol? — preguntó el de lentes.

—¿Te importa?

—Son cosas que no solías hacer.

—Sí, pues... he cambiado y creo que me la merezco, hace tiempo no salía de fiesta — abrí la botella y le di un sorbo.

—Violeta, perdón por lo del otro día.

Lo mire directamente.

—Fui un tonto y estúpido, no debí reclamarte por nada, imagine nuestro reencuentro de millones de formas y paso la que menos quería, ¿Podemos empezar de nuevo? — preguntó con una ligera sonrisa.

No podía negarme... no a él.

—Está bien.

Después de todo, teníamos que hacer las paces.

—Te extrañe — mencionó y levante mi mirada.

—Yo también.

Una sonrisa se posó en su rostro y aquella tensión que se sentía antes había desaparecido.

—Entonces, ¿Somos amigos de nuevo? — preguntó de forma cautelosa.

—Sí, somos amigos y para celebrar que las cosas ya están bien entre nosotros, ¿Por qué no tomas una cerveza conmigo?

Me acerqué al refrigerador y saqué una botella.

—Sabes que no es mi bebida favorita — informó y asentí.

—Lo sé, pero la ocasión lo amerita — destapé la botella y se la extendí — ¿No crees?

La mirada de Osvaldo pasó de la botella a mí, para después tomarla.

Le sonreí.

—Por las viejas amistades — comenté.

Golpeé levemente nuestras botellas y ambos tomamos un sorbo.

Y desde ahí todo se volvió borroso.

𝙅𝙪𝙨𝙩 𝙛𝙤𝙧 𝙖 𝙢𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩 | 𝘌𝘭 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢𝘯𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora