25.PELIGROSA TENTACIÓN

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La mansión que por mucho tiempo llamé casa está sumida en un total desastre. Todos van de un lado hacia otro preparando la dichosa fiesta previa a la boda de mañana.

En mi camino hacia el comedor detallo un poco mejor la decoración.

Las rosas rojas y negras llenan el lugar, como si los organizadores supieran que detrás de esta farsa hay solo sangre y odio.

Los candelabros han sido lustrados hasta dejarlos más que relucientes. El rojo y el dorado reinan el salón.

Para mí es demasiado ostentoso.

Llego al comedor y pido mi desayuno. Empiezo a comer lentamente y con un poco de paz, contando los minutos para largarme de aquí.

Mi padre baja junto a mi madre, el primero con una sonrisa que no le cabe en la cara. La segunda con un rostro pétreo que no deja entrever ninguna emoción.

—Hoy tienes un aire distinto —mi padre besa mi frente con intensidad—. ¿Será que te animas a ser la próxima novia?

—¿Quién sabe? —respondo escuetamente mientras dejo ver mi mejor sonrisa falsa. Cuando se sienta yo me levanto de manera automática. Lo lamento por mi madre, pero simplemente no puedo compartir espacio con él sin sentir que me ahogo—. Iré a prepararme, buen provecho.

Me levanto y voy al jardín, donde el personal última detalles. Todo luce demasiado perfecto, han calculado hasta el más mínimo detalle.

A veces me pregunto cómo pude vivir tanto tiempo en un mundo así de superficial, materialista y sangriento.

Vuelvo a sentir que el aire escapa de mis pulmones hasta marearme, por lo que decido subir a mi habitación.

Me dejo caer encima de la cama a mirar el techo mientras mi mente se pierde entre desvaríos.

«Mi última noche en Sicilia.»

«La última vez que veré a mi padre... vivo.»

Me siento fatal, pero al mismo tiempo no sé lo que siento. Es un trabalenguas que ni siquiera yo puedo descifrar.

No tengo idea de cuándo me quedo dormida, solo que los golpes en la puerta me despiertan.

—¡Caeli! —identifico la voz de mi hermana y apenas abro la puerta, se me mete en la recámara como vendaval—. ¡¿Pero qué haces así?!

—Acabo de despertar —dejo ver una mueca de disgusto—. ¿Puedes bajar el tono de voz, por favor? Gracias.

—Hace media hora llegaron todos los invitados y papá ya ha dado su discurso de bienvenida. ¡Estás retrasada!

No puede ser... ¿Cómo puedo llevar más de cinco horas dormida?

—¡¿Qué haces parada?! ¡Métete en el baño ya! —me obliga a caminar a empujones.

—Oye, oye —la detengo a medio camino. Está demasiado histérica y eso puede echar a perder sus planes—. Respira lentamente, venga. Tienes que controlar los nervios.

—¡No puedo!

—Sí puedes. Mírame —la ayudo con los ejercicios de respiración hasta que logra calmarse—. Eso es. Ahora ayúdame a arreglarme.

—Vale, pero...

La veo vacilar y me cruzo de brazos con las cejas arqueadas, esperando la bomba.

—Suelta la sopa, Emilia.

—Es que... ¡Nico está aquí!

—¿Cómo que está aquí? —exclamo alarmada—. ¿Se ha colado a la fiesta?

Peligrosa TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora