Capítulo 5

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Adelia

Mis sospechas se reducen a una. Debe haber sido un ataque, ¿qué más podría ser? La sensación de ser perseguida por el caos de los Oscuros es pretensiosa y aterradora al mismo tiempo.

Pero nunca es tarde para cambiar de opinión.

Mis pensamientos me dan energías para caminar más rápido. Desde la tentación por traicionar a alguien por primera vez hasta la inquietud de ver a mi única familia con vida. Tía Lynn debe estar preocupada por mí, siempre lo está desde que mis padres fallecieron.

Al llegar, veo una Alenrys más agitada que de costumbre. Todos van de un lado a otro haciendo sus cosas, apurados como si alguien lo hubiera ordenado así.

Nuestra casa no está muy lejos. Corro hacia la izquierda, siguiendo el muro de piedra que rodea la aldea. Casi la última. Y la preocupación escapa de mí al ver a mi tía afuera de la casa, ordenando montañas de ropa que llevará consigo. Su mirada alerta me encuentra sin demora.

―¡Adelia! ―dice ella, dejando todo a un lado para venir a mí―. Qué alivio verte de regreso. ¿Estás bien?

Su abrazo es más cálido hoy. No quiero imaginar por qué.

―Sí, estoy bien ―respondo, separándome con gentileza y la sigo―. ¿Qué sucede? ¿Por qué todos van con tanta prisa?

―Ayer fuimos víctima de los Oscuros ―explica, tomando de nuevo la ropa que vi antes―, ocurrió después de que te fuiste. Nos sorprendimos mucho. No vinieron en la noche, apenas se había puesto el sol. Como sea, ahora todos andan preocupados. Uno de ellos murió, pero ninguno de nosotros.

¿Uno de ellos? Eso es imposible.

―¿Qué? ¿Cómo...? ¿Quién lo hizo?

―Deberías preguntarle a tu prometido.

Ella sigue su camino hacia la entrada, cargando el bulto de ropa. Se va, dejándome con muchas preguntas. Pero tuve razón en algo.

Me apresuro a entrar a la casa. Tomo un bolso grande y lo lleno de vendajes, comida, ropa limpia y abrigo para la noche. Es precipitado lo que voy a hacer, pero ya lo decidí. En un pedazo de papel escribo una nota simple y corta para tía Lynn.

Mi mente arma un plan atrevido e incierto. Sin embargo, creíble. O eso espero.

Salgo con prisa, luego de dejar todo cerrado. Él debe estar en casa, usualmente por las mañanas tiene clases de dialecto. Días atrás me abrumaba la poca distancia que nos separa, porque vive en el otro extremo de la misma vía. Hoy es conveniente.

Como el resto de Alenrys, Namjoon me ve llegar por estar demasiado alerta. Cada movimiento no pasará desapercibido hoy. Él baja los escalones de la entrada de un solo salto.

―¡Adelia! ―dice, dejando atrás a su estricto maestro―. ¿Estás bien? ¿Cuándo...?

Yo guardo silencio. La mirada del anciano sobre ambos es tan recta que no necesita palabras. El maestro es parco en general, excepto cuando enseña. Namjoon se da vuelta; ya recordó su imprudencia.

―Será breve ―se disculpa.

El hombre mayor junta la puerta, como si eso significara privacidad. Así sucede con las parejas comprometidas, según tía Lynn.

―Hola ―respondo, organizando mi mente como puedo―. Sí, acabo de llegar. Oí lo que pasó. Y yo... vine a decirte algo.

―¿Ya lo sabes? Oh, no. Adelia, déjame explicarte. No tuve opción. Te pido que no canceles nuestro compromiso, por favor.

―¿Ah? ¿Por qué haría eso?

Sus ojos normalmente se ven decididos; esta vez es todo lo contrario. Su vulnerabilidad es fascinante. Ya me había acostumbrado a su exterior inquebrantable y sonrisa encantadora.

―Fui yo. Lo maté. Quise proteger a mis padres, y ahora soy responsable de las consecuencias por venir. Nos amenazaron.

―¿Los Oscuros? ¿Qué dijeron?

―Que buscarían venganza. Una por otra... Y se fueron. No sé qué quisieron decir exactamente, pero ya se teme lo peor.

―Es valiente de tu parte haberlos enfrentado.

―Otros no coinciden. Creen que terminaremos como Caled o algo parecido. Creí que tú pensarías eso también y decidirías ponerle fin a nuestro compromiso.

Si tuviera algo más que él, la idea seguiría lejos de mí. No podría ser tan cruel. Mi corazón se ablanda al verlo decirme eso. Antes no había sucedido, a pesar de vernos seguido.

―Entiendo lo que insinúas ―respondo, bajando la mirada―, pero no romperé la promesa que hicimos con nuestros padres. Lo que quería decir era otra cosa.

―¿Qué pasa?

Ese tono más seguro regresa a ser el que conozco. Levanto la mirada y ahí están sus ojos inquisitivos.

―¿Dónde está tu anillo?

Nada se le escapa.

―Lo guardé, y lo llevaré conmigo. Volveré a Bolfort por unos días más como tenía planeado. Aún hay cosas de las que necesito deshacerme.

Su breve silencio me pone nerviosa. Lo que dije es cierto, pero hay más.

―Ya veo. Por favor, ten cuidado. No demores mucho. Faltan menos de dos semanas para la boda, deberíamos pasar más tiempo juntos... No quiero ocasionarte más incomodidades. Me siento culpable por lo que pueda pasar con Alenrys y nuestro futuro. No mereces esa carga; lo siento mucho.

―No tienes que disculparte. No hiciste nada malo. Vamos a resolverlo, ¿sí?

―Gracias por apoyarme ―sonríe por fin―. Ojalá pudiera acompañarte.

Mientras no estemos casados, eso es imposible. Solo está siendo atento conmigo. La idea me hace sonreír.

―Cuida de tía Lynn. Estará angustiada.

―Claro. Ten esto ―dice, sacando de su cinturón una daga tan larga como mi antebrazo―. Te la iba a dar después de la boda, pero cambié de opinión. Cuídate, por favor.

Mi lugar junto a ti • [KSJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora