Capítulo 18

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Seokjin

Me tomé una noche a solas para preguntarme qué significaba nuestra nueva promesa. La confianza de Adelia en mí ha aumentado, o no estaría dispuesta a concederme lo que yo necesite ni a permitirme hacer lo mismo por ella. Le di vueltas a lo mismo todo el día, igual que ayer, buscando la razón de mi inquietud.

Recordar lo cálido y tranquilizador que se siente estar cerca suyo me da una revelación al caer la noche. Mi inquietud aumenta tras la distancia, la incertidumbre y las cosas que aún nos separan cuando el sol se alza en el horizonte. Cuando noto las diferencias.

Me escabullo por la puerta trasera cuando mis padres se quedan dormidos. Sigo el camino hacia la casa cerca del borde de Alenrys, refugiándome en la oscuridad.

El muro me guía hasta ella. Iba a tocar el vidrio, pero encuentro a Adelia sentada en el alfeizar de la otra ventana. Mis pasos la alertan de mi presencia, sus ojos verdes me encuentran con rapidez. Antes de decir algo, me acerco para no perder la discreción que nos protege.

―¿Me extrañaste o qué? No esperaba verte ahí arriba.

―Quizá ―responde, bajando la mirada hacia su regazo―. Si digo que sí, te jactarás de eso; pero tampoco negaré nada.

―Cuando usas tu ingenio contra mí es por algo. ¿Qué ha pasado?

―No sucedió nada. Solo... me cuesta quedarme dormida hoy.

―¿En serio? ―Es una mentira; me miraría a los ojos en vez de evadirme si no lo fuera―. Bueno, podemos hablar de a qué se debe eso.

Mi sugerencia hace que ella vuelva a mirarme. Es como si a través de sus ojos viera la duda cruzar su mente y luego disiparse al tomar una decisión. Adelia suspira y con un gesto de cabeza me invita a seguirla dentro.

El desnivel del suelo es más pronunciado de este lado. Uso más fuerza para subir, pero me sorprendo de lo simple que es. Si esto no es nada, ¿qué me será difícil hacer?

Una vez dentro, veo que Adelia cierra la otra ventana. Su postura es más tensa que de costumbre; se apoya en el marco como si fuera lo único atándola a su propia habitación. Le afecta más de lo que me demuestra.

―¿Te enteraste? Desde el día del ataque la mayoría espera más problemas. Los optimistas cuentan con mi boda para olvidarse del asunto... Es un peso más encima.

Con razón tanto interés. Antes se han celebrado bodas que no han significado gran cosa, pero esta es diferente. Las razones se apilan una sobre otra para llenar de más anticipación a la gente que pide una distracción conveniente.

El hecho se me hace despreciable. No sé si es por ella, quien no deja de llamar la atención en Alenrys por diversos motivos. Tampoco si es por Namjoon, quien se atrevió a blandir su espada por primera vez durante un ataque.

La respuesta me lleva a buscar en mí. En las dudas que han dado vueltas en mi mente por días, las que adquieren intensidad al querer alejarlas más. Entonces dejaré de intentarlo, es la única salida donde encontraré mi razón.

―¿De verdad lo quieres?

―¿Querer qué cosa? ―pregunta, bajando la voz aún más. Avanzo para no alzar la mía tampoco.

―Casarte con él. ¿Quieres eso? Si nada en el mundo importara, ¿lo harías?

Adelia sostiene el contacto visual con la misma angustia. No es posible que sea el primero en preguntarlo, pero lo creería al ver su reacción. Así me sentiría si mis padres intentaran imponerme un matrimonio de su agrado. Sus ojos verdes se vuelven más brillantes, carecen de la certeza que vi cuando me habló de su compromiso al conocernos.

―Si nada en el mundo importara... es como desear un sueño imposible.

―No lo hagas, entonces. No te cases con él.

Consideré nunca decírselo en voz alta, pero me retracté tras oír esa respuesta y ver la verdad en los pequeños detalles que su cuerpo delata. Su mano sostiene el collar del que cuelga el anillo de jade, lista para quitárselo. La otra sigue apoyándose en el marco de la ventana a su espalda, incapaz de alejarse del aire libre.

―Él es la oportunidad que tengo de una vida normal. Nadie más se casará conmigo, Seokjin. Perdí a mis padres. No puedo garantizar dar a luz un hijo. Todo lo que me dejaron a mi nombre es suficiente para mí solo por un tiempo. No tendré otra posibilidad así.

―Eso no es verdad. ―Duele oírla decir esas cosas; tomo sus manos como si fuera a quitarle esa dura crítica de encima―. Te lo dije antes. Eres tan amable; también inteligente, considerada y hermosa. Los hombres están a tus pies incluso cuando estás a punto de casarte.

―Me gustaría creer que tendría suerte y aún ser considerada valiosa si pudiera parar todo. No sirve de nada.

―Pídemelo y lo haré. Lo prometimos, ¿no? Haré lo que sea por ti.

Otra cosa que nunca contemplé decir. Ella se sorprende más, y no la culpo. Tampoco sé de dónde salió este plan, aunque francamente no me importa. No se siente mal luego de haberlo dicho, pero mentiría si dijera que mi convicción no flaquea.

Tal vez me dejé llevar muy rápido. Es lo que siento, ya me quedó claro. Adelia puede sentir algo diferente.

―Es muy tarde para cancelarlo. Pero... quiero decir algo.

―¿Qué es?

Suelto sus manos y doy un paso atrás. Es frustrante que la razón de su infelicidad involucre a alguien que no parece notarlo. De lo contrario, él habría ofrecido una solución.

―Bésame, solo esta vez.

La amargura me duró un segundo. Sus palabras borraron cualquier rastro de confusión. Al igual que ella habló de una oportunidad, esta es la única para mí.

No lo pienso dos veces. La tomo de la cintura, guiándola hacia mí. Sus labios en los míos son suaves, delicados al igual que ella. Pensé en esto la primera vez que vine por la noche. Adelia rodea mi cuello con sus brazos. Me dejo llevar aún más, para demostrarle que es posible conseguir todo lo que considera muy tarde para ella.

Es nuevo sentir mi reacción. No es como esperaba. Mientras que su respiración se agita y sus mejillas se llenan de color, mis brazos piden aferrarse a Adelia por más tiempo y mi cuerpo se relaja en su calor. Como un reflejo que puedo controlar a mi gusto.

Ella se separa de repente, cubre su frente con una de sus manos mientras que la otra se queda en mi hombro.

―¿Ves? Es posible, Adelia. Somos diferentes, pero podemos-

―No. Solo estoy enloqueciendo ―susurra, interrumpiéndome―. Eso debe ser.

―Esta es la clase de locura de la que te hablé.

―Entonces no durará. Estamos mejor así.

Su vulnerabilidad es genuina. Me permito acariciar su cabello, así como ella hizo para calmarme hace un par de noches.

―Dura un tiempo. Luego, depende de nosotros; cuando se transforma en amor. No tengas miedo.

―No lo tengo, pero ese es el problema. Nosotros...

Escuchar esa palabra aumenta el afecto que le tengo. Extiendo mis brazos y la abrazo, dejando que ese sentimiento crezca en mi interior.

―Lo sé. Está bien, no te presionaré a nada. Todo lo que sé y quiero que recuerdes es que me tienes a mí. No estás sola.

Si lo que me pasó me llevó hacia ella, podría dejar de resentirlo. En medio de mis instintos y de dejarme llevar por ellos, esclarecí mis preguntas al respecto.

―Ahora, relájate. Ven, estoy seguro de que te quedarás dormida rápido. Lo necesitas.

Adelia levanta la mirada. Todavía no sonríe, pero al menos no me quita los ojos de encima. Lo mismo me sucede a mí.

Mi lugar junto a ti • [KSJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora