Cuando la cuidadora de los niños de la familia Todoroki da a conocer su intención de retirarse, sabe que las cosas se pondrán difíciles en el hogar, razón por la que la llegada de una dulce joven estudiante universitaria será la salvación que tanto...
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Julio - 21 años
Y tal como Ruri había anticipado, la señora Okada llamó todos los días para intentar convencer a Ruri de tomar el empleo, incluso la visitó en dos ocasiones distintas con postres y se la encontró "sorpresivamente" todas las ocasiones en la que fue a la tienda. A su familia no parecía importarle mucho esto, ya que disfrutaban de los dulces que la anciana preparaba, pero para Ruri, esto era una forma de soborno y presión que la anciana ejercía de forma no tan disimulada.
El fin de semana estaba llegando con rapidez y la ansiedad y el dolor de estómago aumentaban debido a la presión, pero luego de reflexionarlo con la almohada, Ruri pensó en darle una oportunidad al trabajo, después de todo necesitaba el dinero si quería terminar sus estudios y de paso ayudaría no solo a su familia sino también a la de Kyōko, por lo que cuando Okada-san llamó esa tarde, Ruri terminó aceptando realizar la semana de prueba.
Cuando por fin el tan ansiado lunes llego, Ruri se levantó temprano y se preparó para acompañar a la señora Okada, algo arrepentida por haber aceptado, pero la pelirrosa nunca fue de las personas que se echaban para atrás con algo que ya había decidido, por lo que respiró hondo, se despidió de su padre, quien era el único levantado a esa hora y se encaminó hacia el hogar de la anciana.
Durante todo el camino en el que era acompañada por Okada Mika, le pareció que el tiempo avanzaba más lento de lo normal y el hecho de que la anciana se mantuviera en silencio no ayudaba mucho. La anciana le aseguró que una vez que llegaran a su destino, le explicaría la situación, les presentaría a los niños, le enseñaría la casa y le mostraría los deberes que debía realizar, pero se negaba a decir una sola palabra antes.
"Los platos sucios se lavan en casa y cada casa tiene sus propios platos" había argumentado la anciana.
—Lo que siempre me ha agrado de ti Ruri-chan, es que no haces más preguntas de las necesarias. Esos niños no necesitan que alguien más vaya a agobiarlos, solo quieren ser amados —soltó la anciana a mitad del camino, rompiendo por fin el silencio entre ambas—. Y tú eres una joven muy observadora y llena de amor, por lo que sé que serás la persona perfecta.
Ruri, quien se estaba ahogando entre sus pensamientos acerca de si había tomado la decisión correcta, pareció relajarse con aquella declaración, olvidando las dudas y contestando solo con una sonrisa sincera y un pequeño sonrojo, debido a los halagos.
—¡Pero no debes confiarte! Los niños también pueden ser traviesos y desconfiados —advirtió la anciana mientras apuntaba a Ruri con su bastón de madera—. Por lo que tu prioridad debe ser ganarte su confianza si deseas que tus días sean calmados y alegres.
Ruri sudó frío con la advertencia de la anciana y casi se congela en su sitio, al mirar al frente se dio cuenta de que la anciana ya le llevaba varios metros, lo cual la hizo dar un respingo de la sorpresa y apurar el paso para alcanzarla. «¿Cómo es que camina tan rápido alguien con su estatura?»
