Susurros de Otoño - Capítulo I: Pequeña Fortaleza

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Marzo - 22 años

Era un día frío de primavera en la residencia Todoroki. El cielo gris amenazaba con desatar una lluvia en cualquier momento, y el viento susurraba entre los árboles del jardín. Ruri observaba por la ventana, sosteniendo una taza de té caliente entre sus manos, mientras los niños jugaban tranquilamente en la sala.

—Parece que hoy no podremos salir —comentó Fuyumi, acercándose a Ruri.

—Tienes razón —respondió Ruri con una sonrisa—. Pero eso no significa que no podamos divertirnos aquí dentro.

Los niños, aburridos de los juegos de mesa que habían estado jugando durante horas, se acercaron a Ruri con curiosidad.

—Mami —preguntó Shōto, con sus ojos heterocromáticos brillando de curiosidad—, ¿a qué jugabas tú cuando eras niña y llovía así?

Ruri se quedó pensativa por un momento, una sonrisa nostálgica dibujándose en su rostro.

—Bueno, mi hermano Kei y yo teníamos una tradición especial para los días lluviosos —comenzó a contar, captando la atención de todos los niños.

—¿Qué hacían? —preguntó Natsuo, inclinándose hacia adelante con interés.

—Construíamos fortalezas —respondió Ruri, sus ojos brillando con el recuerdo.

—¿Fortalezas? —preguntaron los dos mayores con confusión mientras los ojos de Shoto brillaban.

—Sí, grandes fortalezas con mantas, almohadas y todos los muebles que podíamos mover —respondió Ruri, sus ojos brillando con el recuerdo—. Creíamos pasillos, habitaciones secretas y hasta teníamos un sistema de contraseñas para entrar.

Los ojos de los niños se iluminaron con emoción.

—¡Eso suena increíble! —exclamó Fuyumi.

—¿Podemos hacer una? —preguntó Shōto, con una inusual muestra de entusiasmo.

Ruri miró a su alrededor, considerando la idea. La sala era amplia y tenía suficientes mantas y cojines.

—Bueno... —dijo, fingiendo dudar, aunque ya había tomado su decisión.

—¡Por favor! —suplicaron los tres al unísono.

Ruri río—. Está bien, está bien. Vamos a construir la fortaleza más increíble que hayan visto.

Los siguientes minutos fueron un torbellino de actividad. Ruri y los niños recorrieron la casa, recolectando todas las mantas, sábanas y almohadas que pudieron encontrar. Movieron los muebles de la sala, creando espacios y estructuras para su fortaleza.

—Natsuo, extiende esa manta sobre el sofá —indicó Ruri—. Fuyumi, ¿puedes pasar esos cojines? Shōto, necesitamos algo para sujetar esta esquina.

Entre risas y pequeñas discusiones sobre el diseño, la fortaleza empezó a tomar forma. Ruri les enseñó cómo crear pasillos seguros usando las sillas y cómo hacer pequeñas habitaciones dentro de la estructura principal.

—En esta esquina podemos hacer una sala de lectura —sugirió Fuyumi, colocando algunas almohadas en un rincón acogedor.

—¡Y aquí puede ser la sala de entrenamiento! —exclamó Natsuo, despejando un espacio más amplio.

Shōto, aunque más callado, participaba activamente, sus ojos brillando con una emoción rara vez vista.

Mientras trabajaban, Ruri compartía historias de su infancia.

—Una vez, Kei y yo pasamos todo un fin de semana en nuestra fortaleza. Mamá nos traía la comida como si fuéramos exploradores en una expedición.

Los niños escuchaban fascinados, imaginando a una pequeña Ruri en sus propias aventuras.

Determinación familiar ◆ Endeavor x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora