volveré por ti. (Editado)

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2 de mayo de 1998

Era una mañana gris en Hogwarts. El eco de la batalla resonaba en cada rincón, y el aire estaba cargado de tensión y desesperanza. Airam, con el corazón lleno de preocupación, buscaba a Draco con la urgencia de quien busca su alma perdida. Las sombras de la guerra lo habían envuelto todo, y el miedo se apoderaba de ella con cada paso.

Recordó los últimos meses, cuando Draco encontraba consuelo en la Sala de Menesteres. Aquél lugar se había convertido en un refugio, un santuario en medio del caos. Con un suspiro profundo y una pizca de esperanza, se dirigió allí, su mente entrelazada con recuerdos de sus dos años juntos. Él tenía diecisiete, ella dieciséis, la menor de los Zabini, medio hermana de Blaise. Sabía que Draco era un mortífago, pero nunca lo juzgó. Su amor era incondicional, apoyándolo en las sombras de su destino impuesto.Airam, profundamente enamorada de su hurón platinado, sentía que, con solo mirarlo, todos sus problemas desaparecían. Para ella, Draco lo era todo.

POV Airam

La búsqueda de Draco había consumido toda mi mañana. Sabía que hoy sería un día decisivo, pero confiaba en que venceríamos a Voldemort y que Draco, finalmente, sería libre. La preocupación me carcomía; le había prometido no dejarlo solo, y sentía que estaba fallando. Con el corazón apretado, me dirigí a la Sala de Menesteres, esperando encontrarlo allí.Al llegar, el horror me golpeó: las llamas devoraban todo a su paso. Mi temor aumentó al pensar que él pudiera estar atrapado. Grité su nombre, mi voz quebrada por la desesperación.

—¡Draco!

Las llamas crecían, y de pronto lo vi, montado en una escoba junto con Harry. Corrí fuera de la sala, mi corazón al borde del colapso.

—¿Estás bien? —le pregunté, abrazándolo con todas mis fuerzas, sintiendo un alivio indescriptible al tenerlo a mi lado.

—Sí, mi ángel. Un poco lastimado, pero estoy bien. ¿Qué haces aquí? —me dijo, separándose un poco.

—¿Qué qué hago aquí? Estaba buscándote, sin saber nada de ti desde hace horas. No es momento de tomarse las cosas con calma.

—No te preocupes tanto por mí, Airam. Solo estaba molestando a Potter —respondió, volviendo a abrazarme.

—Sabes que acaban de destruir otro horrocrux, ¿verdad?

—Sí, un paso más cerca de derrotarlo.

—Sé que estás asustado, Draco, pero sabes que me tienes a mí. Haría cualquier cosa por protegerte —dije, poniendo una mano en su mejilla, mirándolo a los ojos.

-Siempre tan noble, mi ángel. Pero soy yo quien debería protegerte. Vámonos a la Torre de Astronomía.

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En la Torre de Astronomía, recostados en el balcón, contemplábamos el exterior de Hogwarts. Las estrellas parecían más cercanas, como testigos silenciosos de nuestro amor.

—¿Qué piensas hacer cuando termines la escuela? Aún te faltan dos años, pero quiero asegurarme de ser parte de tu futuro —dijo Draco, su voz llena de esperanza.

—No lo sé con certeza, pero ten por seguro que yo también quiero ser parte de tu futuro.Entonces, Draco se arrodilló y se quitó uno de sus anillos. Lo miré, confundida pero sabiendo lo que significaba.

—Airam, mi ángel, sé que es precipitado, pero quiero asegurarme de que, pase lo que pase, seguirás siendo mi amor. No lo tomes como una propuesta de matrimonio ahora, sino como una promesa. ¿Airam Zabini, aceptarías este anillo prometiéndome que, cuando termines Hogwarts, te casarás conmigo?

Lágrimas de emoción llenaron mis ojos. Draco hacía esto por miedo a lo que pudiera pasar en la batalla, buscando en nuestra promesa una esperanza.

—Sí, Draco. Cuando termine Hogwarts, me casaré contigo. Nada me haría más feliz que pasar el resto de mi vida a tu lado.

Nos abrazamos, y nuestros labios se encontraron en un beso que encapsulaba todo: amor, esperanza, y una despedida silenciosa.

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De repente, el mundo se volvió oscuro y frío. Voldemort había llegado con su ejército. Un grito nos separó. Miré hacia el balcón y vi a Harry en los brazos de Hagrid.

—¡Harry Potter está muerto! —gritó Voldemort.

—¡No! Draco, tenemos que bajar, esto no puede ser real —dije, mientras las lágrimas brotaban de mis ojos.

Con prisa, bajamos hasta la entrada principal de la escuela, donde todos lloraban por Harry. Voldemort daba su discurso, proclamando su victoria. Tomé la mano de Draco con fuerza.

—Draco, ven —dijo Lucius a su hijo.

—Draco, por favor, quédate conmigo. No vayas, quédate a mi lado —le supliqué, lágrimas en los ojos.

—Mi ángel, no te preocupes. Volveré por ti. Cuando todo esto termine, te mandaré una carta. Espérame, y por favor, no olvides cuánto te amo.

Y así, vi partir a mi hurón junto con sus padres. Me aferré a nuestra promesa, a nuestro anillo, con la esperanza de que el tiempo de espera no fuera largo.

Y aún así te esperé ✨️Draco Malfoy✨️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora