★ 𝖥𝗂𝗋𝗌𝗍 𝖽𝖺𝗒.

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Desde hace 4 años, William Soot renunció a cualquier distracción que no fuera su pequeña Tallulah, poniéndola como su primera prioridad.
El mundo le entregó ese pequeño bebé a cambio de perder a quién creyó que sería el amor de vida, y aunque enamoró cada detalle del castaño, no vivió todos los detalles que él pudo entregarle.

Deprimido y atolondrado por la pérdida inesperada de su luz, se refugió en entregarle la vida que su mujer deseó que Tallulah tuviera, poniéndole su nombre en su honor y cuidandola con el mayor afecto y adoración que el universo completo haya visto, amando cada segundo que se le concedió y agradeciendo el tener a esa pequeña castaña en su vida, agradeciendo por tener quién lo mantuvo despertándose todas aquellas mañanas tristes y solitarias donde solo podía extrañar el calor que su mujer alguna vez le dio.
Esa pequeña bebé de respiración suavecita y ruidos graciosos lo motivó a levantarse con su mejor cara, hasta que el dolor se convirtió en enojo, el enojo en melancolía y la melancolía en amor, en el amor de su recuerdo y lo que fueron aquellos años de relación que le enseñaron que el amor era algo maravilloso, algo que todos merecían experimentar y que él pudo tener cercano, aún cuando su final haya sido tan trágico.

Los recuerdos viajaron como fotografías por los ojos del castaño, mientras peinaba el largo cabello de la pequeña sentada en la cama, envuelta en una toalla y disfrutando de un par de galletas mientras observaba alguna caricatura matutina que Will no hizo mucho esfuerzo por reconocer.
El primer día de clases de Tallulah era algo que Will creyó que tendría mucho tiempo para preparar, pero no fue así, su pequeña creció rápidamente (al menos para él) y ahora se esforzaba por no llorar como un bebé al que le quitaron su chupón al pensar en dejar a su preciosa niña en manos de unos extraños para que hicieran algo tan ridículo como enseñarle. Según él, tallu no debía aprender, era muy pequeña para eso, tallu debía jugar a los dinosaurios y correr por la casita, no matemáticas y letras tontas.

Su hija, en cambio, estaba más que emocionada, llevaba cerca de 3 meses hablando sin parar de cómo debía ir peinada, de cuáles serían sus compañeros, de si habría juegos en el patio y un sinfín de preocupaciones infantiles que hacían a William reír y rodar los ojos con el amor más puro de un padre que tiene que dejar "volar" a su polluelo (Aún cuando su hermano se había encargado de repetirle como mantra que el kinder quedaba a 3 minutos caminando de su casa).

Su hija, en cambio, estaba más que emocionada, llevaba cerca de 3 meses hablando sin parar de cómo debía ir peinada, de cuáles serían sus compañeros, de si habría juegos en el patio y un sinfín de preocupaciones infantiles que hacían a William reí...

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Al mismo tiempo, pero a metros y vidas de distancia, Alexis Quackity caminaba con calma entre las atareadas calles de una capital que experimenta el fin de la vacaciones de verano y el inicio de un nuevo ciclo escolar.

Su aspecto pulcro, aunque no menos acogedor y cálido, inspiraba la confianza exigida en su trabajo, disfrutando la comodidad de un buzo azul marino bajo su delantal negro con la insignia de "Little Home" bordada a mano y un gorrito de lana sobre sus negruzcos y desordenados mechones.

Destacando entre las tonalidades oscuras, un listón rojo brillante se mantenía intacto al rededor de su brazo, cargando en silencio inerte el pesar de una madre.
Aunque el detalle pasa como estético a simple vista, falta ser cercano al azabache para dedicarle una sutil mirada de tristeza al lazo rojizo, sabiendo que este lleva consigo el dolor más visceral de una madre quién perdió el derecho de serlo.

Hace ya cinco años que Alexis perdió a su precioso pelinegro, quién le entregó los ocho meses más preciados de su vida, los primeros y últimos ocho meses de aquel pequeño.
Alex se refugia en intentar convencerse que en aquel tiempo logró dejarle claro a Tilli todo el amor que tenía por él, aún cuando sabe que esos meses nunca podrían haber sido suficientes para mostrarle toda la vida que tenía para él, mucho menos lo mucho que lo amaba, ama y amará.

El diario de una madre solitaria cambia sin quererlo después del dolor, del amor sin límites que aquel azabache sentía por su chiquito.
La crueldad del arrebato de la vida lo destrozó. El no tener señales ni aviso no le permitió siquiera asimilar la situación, aunque sabe que no hubiera soportado ver a su niño agonizar lentamente, buscando consuelo en saber que su bebé se fue entre sueños, sin extrañar ese despertar que nunca llegó, mas que fragmentó a su madre hasta los cimientos.

Las pesadillas se convirtieron en recurrentes acompañantes en el silencio de la soledad, mientras Alexis luchaba por dejar ir la sensación del frío de su pequeño, negándose a aceptar que aquello era ya solo un cuerpo. Luchó también por soltar la desesperación que en su pecho se instaló desde aquella mañana, aquel amanecer que le robó cualquier estela de una vida completa.
Se torturó día y noche con el no poder ver nunca más la sonrisa de aquel ser en persona, de nunca más sentir su aroma en sus ropitas ni su calorcito en las mañanas, de nunca verlo crecer como se merecía.

El pelinegro luchó contra todo, intentó superar su dolor, pero no pudo. Dios, apenas pudo mantenerse vivo, siendo ayudado por cada uno de sus cercanos, quienes no le permitieron aislarse como deseó (aún sabiendo que aquella soledad destruiría su cordura).
La relación con su ex marido no resistió la pérdida de su niño. Sabiendo que ninguno de los dos podría empatizar con el duelo del otro entre la agonía que cada uno cargaba, decidieron una separación sin dolor ante el desgaste del amor que entre ellos alguna vez existió, manteniendo una amistad hasta el día de hoy al ser los únicos que pudieron entenderse tras los años.

Aún cuando su corazón duele con cada respirar, Alex renunció a la idea de rendirse un par de años atrás, silenciando toda clase de pensamientos suicidas que su mente se encargó de susurrarle cada segundo.
Se refugió en vivir hasta merecer reencontrarse con Tilli, hasta tener suficientes historias para contarle cada noche en aquella eternidad y en el odio que se tendría a sí mismo por haberle hecho pasar a sus padres lo mismo que él sufrió con su pequeño.

Escapando de sus recuerdos, finalmente fue consciente de aquellas tibias lágrimas que recorrían sus rosadas mejillas

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Escapando de sus recuerdos, finalmente fue consciente de aquellas tibias lágrimas que recorrían sus rosadas mejillas.
Maldijo en voz baja, riendo suavemente ante la reacción ofendida que tuvo la señora a su lado que alcanzó a escuchar su vocabulario.

Sabía que no era momento para llorar, aquel finamente era su primer día trabajando a tiempo completo en el jardín de niños "Little house" , dónde había servido toda su vida, incluso antes de Tilli.
Al tener una estrecha relación con el director y fundador del establecimiento, este comprendió la situación del chico y flexibilizó sus horarios en consideración con el estado del pelinegro, entendiendo los días en que Alexis apenas podía respirar sin romper a llorar y los arranques de motivación temporales que fueron apaciguandose mientras su bienestar intentaba establecerse.

Apenas se dió cuenta cuando llegó a su colorido destino, poniendo su mejor sonrisa (aún cuando no había nadie más que algunos maestros allí) y entrando, preparando los materiales para recibir a los cursos más pequeños.

Apenas se dió cuenta cuando llegó a su colorido destino, poniendo su mejor sonrisa (aún cuando no había nadie más que algunos maestros allí) y entrando, preparando los materiales para recibir a los cursos más pequeños

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Finalmente, fin del primer capítulo.
No creo que nadie lea esto, pero si es así, gracias por llegar hasta aquí (tkm)

 𝖬𝗋𝗌. 𝖲𝗆𝗂𝗅𝖾𝗒 𝗀𝗎𝗒. ★ 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗯𝘂𝗿   𝗧𝗻𝘁 𝗗𝘂𝗼. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora