Cap. 34. Un Corazón Confuso

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Pedí, tomando su mejilla acariciandola con suavidad.

Suspiró antes de asentir, para después salir no sin antes dedicarle una mirada de amenaza a Seto.

La puerta se cerró seguida de Yusei.

Me acerque a él. Seguía con la mirada apagada. Le tomé de la mano lentamente.

—Seto...

—No, no lo hagas— devolvió el gesto, tomado mi mano con fuerza. —No confíes en él, no sabes de lo que es capaz.

—Seto, no tienes derecho a decidir por mi en quien confiar.

—Pero, tú...—.

—Déjalo. Te suplico que no te metas más en mi vida— deshizo mi agarre. —Durante años intente arreglar nuestras diferencias, intenté qué me amarás de nuevo, que incluso tuvieras una amistad conmigo, pero jamás quisiste tomarme en serio, todo lo que recibía eran maltratos, ofensas y miradas repulsivas de tu parte. Jamás me diste el motivo por el cual me odiabas tanto...

—Déjame explicarlo, el día de mi boda yo.. —.

—No lo hagas, no quiero escucharlo, ya no tiene sentido que lo expliques... La razón que buscaba dejo de interesarme, aún que lo digas, no cambiará nada, tu palabra ya no tiene sentido para mi— me cuesta hablar, me cuesta si quiera mirarlo. —Así que, te pido... Que no vuelvas a mi vida, quiero borrarte, dejame borrarte.

Me miró con sorpresa, él sabía que haría más grieta la distancia entre ambos, su mano se detuvo en mi mejilla, casi rozandola.

Parecía destrozado, aun que trataba de no demostrarlo.

—Tal vez debería irme— susurró. —Pero, te demostraré que digo la verdad, incluso si mi palabra ya no tiene sentido, mis acciones lo harán.

Sin decir una palabra más, tomó su abrigo, me dio una última mirada llena de emociones, para salir de la puerta.

A los minutos llegó Yami alarmado, se acercó a mí para abrazarme.

—¿Estas bien?, ¿Qué ha pasado?, ¿Te hizo daño?.

—Yami— me miró. —¿Tu me mientes?o... Simplemente, ¿soy un juego?.

Parecía sorprendido ante mis palabras.

—Por favor, Yami.

Me abrazó casi a los segundos, colocando su mentón en mi cuello.

—No lo hago— dijo. —Realmente no lo hago.

—Gracias—.

Incluso si el matrimonio es una farsa para la sociedad, para los demás. Mi corazón está tranquilo al saber que Yami no tiene intención ninguna de lastimarme.

—Es verdad, los trajes de la boda están listos, ¿Te gustaría verlos?— propuso con una sonrisa mientras se separaba de mi.

Podía notar en sus ojos un poco de tristeza, pero es mejor no pensar en eso.

—¿Acaso vas a usar el vestido y ser María por mi?—.

—Jamás volverás a ver a María, debiste disfrutar a ese mujeron— entre risas salimos de la habitación.

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