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Al terminar la ducha decidí ponerme algo cómodo y caliente.
Eli había prestado atención a todo lo que le dije y solo negó molesta. Termino llevándome algo caliente de beber y unos panqueques ya que tenia antojo.
Me dejo sola en mi habitación y prometió no decirle nada a los gemelos ya que no quería que se enojaran con sus fans, ya que a fin de cuentas yo no era nada de Tom.

-Solo fue un mal día. Mamá tuvo un mal día -toque mi panza.

Me sentí bien y una sonrisa se formó en mi rostro, iba a acostumbrarme rápido a esto.
Tome mi computadora y al entrar a Instagram lo primero que apareció en búsquedas fueron millones de fotos mías de esta tarde.

Sentí como otra vez mi sangre hervía y las lágrimas, termine cerrando con fuerza el computador y tape todo mi cuerpo.

-Tom... espera ella esta dormida.

-Necesito verla El.

-Ella necesita descansar, has visto lo que tus fans hicieron.

Escuché una pequeña discusión desde el otro lado de la puerta y cerré mis ojos con fuerza, era obvio que él iba a saberlo, me gire haciendo que mi cuerpo diera la espalda a la puerta y hasta que mi vista diese hasta mi pequeña ventana.

La puerta se abrió y escuché pasos.

-Solo... cuida de ella, Tom -escuché por última vez a Eli mientras se alejaba de mí habitación.

-¿Anni? Nena... lo lamento -sentí como se sentaba a la altura de mis pies.

-Solo quiero estar sola -tape mi rostro.

Senti como se ponía de pie y después pasos. Agradecí y me destape para encontrarme con el chico de trenzas enfrente de mi.

-Jamás te dejaría sola Anni -frunció el ceño.

-Eso parece.

-Lamento la humillación que esas chicas te hicieron pasar, normalmente las fans no son agresivas e incluso algunas son amorosas.

-Queda claro.

Recordé aquellas noticias en donde se le enredadan rumores con fans en la cama.
Vi como quitaba sus tenis y se acomodaba a mi lado mientras pasaba su brazo por mis hombros y con fuerza me ponía entre su cuerpo.

-Si quieres estar sola, entonces imagina que soy una almohada... una sexy almohada.

-Tom... -frunci el ceño y no pude aguantar una risa por su comentario, de alguna forma me sentía segura con él.

Mi cuerpo había quedado entre sus piernas y mi cabeza en su pecho, su mano acariciaba mi mejilla y otra mi espalda lentamente.

-Lo lamento mucho Ann.

Y con eso, mis ojos se volvieron cristalinos.

-Todas se burlaron de mi Tom, mis fotos están en todo Internet -dije entre sollozos.

-Lo arreglaré cariño, lo prometo. Nadie volverá a hacerte daño.

Me abrace a su cuerpo y él al mío, con su mano levantó mi mentón haciendo que nuestras miradas se encontrarán.

-Me veo patética lo sé -dije avergonzada.

-Eres lo más hermoso que jamás haya visto -beso mi mejilla y mi rostro se hundió en su pecho y ese olor tan masculino que era tan característico de él impregnó mi nariz.

No supe en que momento me quedé dormida en sus brazos, al levantarme, él se encontraba en la misma posición.

-¿Dormiste bien? -pregunto.

-¿Qué hora es?

-Cinco para las ocho.

Se había quedado despierto tres horas. No pude no sentir mariposas en el estómago aunque las mariposas eran un pequeño feto creándose.

-¿Lo siento? -me disculpe por la siesta.

-¿Por tus ronquidos? Son peores que los de Bill -bromeo.

-Tom... -golpe delicadamente su brazo y el sonrió.

-Te perdono si sales a cenar conmigo -me guiño el ojo.

-¿Después de lo de hoy?

-Unas chicas no me alejaran de la chica que me gusta.

| 𝖠𝗆𝗈𝗋𝖾𝗌 𝖣𝗈𝗋𝖺𝖽𝗈𝗌 | 𝖳𝗈𝗆 𝖪𝖺𝗎𝗅𝗂𝗍𝗓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora