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—Mamá, ese de allí —señaló hojita mientras paseaba por el campo con Eryn sobre un caballo color marrón.

—Vamos, sujetate cariño —Sacudió las riendas y el caballo empezó a cabalgar por el campo en dirección a un pajarito negro que picoteaba la hierba seca del terreno.

La risita de su hijo llegó hasta sus oídos y todo a su alrededor desapareció, eran solamente los dos riendo y correteando a las aves en el campo.

El azul del cielo los cubría dejándole el más bonito de los recuerdos a Eryn, vió a su pequeño sonreír y señalar emociónado de un lado a otro.

Vió su cabello dorado brillar con el sol y usar sus ojitos para mirar los detalles más ocultos entre la hierba.

En un giro el caballo tropezó y se alteró empezando a menear sin control la cabeza de un lado a otro queriendo que Eryn lo soltara.

—¡Cariño! —exclamó Eryn, asustada soltó un quejido desesperado haciendo su máximo esfuerzo por controlar a su corcel.

Más sus intentos parecían ser en vano pues el caballo empezó a retroceder apresurado con temor aún sacudiendo la cabeza.

—¡Detente!, ¡Tranquilo chico! —exclamó Eryn pero el caballo se negaba a ceder.

Sus botas se deslizaron de la montura y su cuerpo empezó a resbalar cediendo a las sacudidas. Definitivamente su caballo tiraría a ambos.

Hojita por su parte giró para ver a su madre asustada perdiendo el control. Con tranquilidad hojita se recargó sobre la crin del caballo y lo abrazó dejando salido un suspiro cerró los ojitos.

—Edthel Mellon —.

Pronunció dejando helada a Eryn. El caballo relinchó y refunfuñó deteniéndose más tranquilo.

Eryn aún sorprendida miró a su hijito acariciar con tranquilidad al caballo y de trató de entender como era posible.

Desmontó rápidamente y se quedó de pie mirando a su pequeño jugar con la melena del caballo.

Sin duda alguna amaba a su legado, pero el miedo de perderlo ahora era su mayor temor, ella no quería ocultarle nada.

—Hojita —.

El la miró y le sonrió un poco distraído.

—Mamá, ¿Que pasa mami?, No llores —exclamó y de inmediato estiró sus brazos hacia Eryn quien lo atrajo a su pecho y lo abrazó con fuerza.

Eryn sollozó con dolor en su pecho, dejó un beso en el dorado cabello de hojita y suspiró dispuesta a hablar.

—Ander, ¿Tuviste un sueño anoche? —.

—Soñé algo extraño, había un hombre de piel blanca y cabello dorado como el mío —Eryn curvó el entrecejo atemorizada— después lo escuché decir que volvería con su papá.

Aún más confundida Eryn acarició a su hijo. Sus ojitos azules se cristalizaron y Eryn volvió a besarle las mejillas.

—Mi amor, se que tú deceas conocer a tu padre —suspiró, ya no habría vuelta atrás.

—Mami, yo soy feliz contigo y la abuela —dijo el niño y Eryn sonrió— pero si quiero a papá también.

—Eryn... —se escuchó una voz lejana haciendo eco— Eryn... —de nuevo, ella se incorporó buscando a su alrededor, entonces al volver la mirada la frente lo vió— ¿Como pudiste ocultarme a mi hijo?, No merece estar contigo, tu le mentiras Eryn. Entregamelo, estará bien con los de su sangre y escéncia.

HEREDERO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora