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Al llegar el mediodía varias de las águilas cruzaron el cielo de Góndor con dirección al norte, a la ciudad de lord Elrond seguramente.

Faramir quien estaba afuera con Eowyn se mantuvo nostálgico y preocupado por todo lo que había sucedido en pocas horas.

—¡Señor! —gritó uno de los guardias y volvieron a mirarlo rápidamente ante ese llamado.

Recién había llegado por la calle, montando en su caballo.

Detrás de el subió otro hombre con un cuerpo entre sus brazos, una muchacha con vestido blanco y piel pálida, su cabello estaba mojado y no se movía.

El dolor estalló en el pecho de Éowyn y sollozó cubriendo sus labios con una de sus manos al reconocer de quien se trataba.

—No —susurró Faramir sin poder creerlo.

El guardia la entregó en sus brazos pero Faramir no pudo sostenerse en pie y terminó en el pasto mientras veía su deplorable rostro ahora pálido.

—Dios mío Eryn —susurró sin poder creer lo que ya estaba viendo, apartó unos mechones de su rostro sintiendo también lo fría que se había convertido— abre los ojos Eryn.

Éowyn se arrodilló a su lado y lloró sobre su hombro intentando abrazarlo, pues dolía ver a Eryn así.

Traía una herida sobre su pecho que cubría su vestido blanco y justo ahí estaba rojo carmesí con tonos pálidos esparcidos en su falda, sus brazos tenían heridas y sus mejillas también, el cabello estaba mojado y sucio, no tenía calzado.

Los guardias sacaron sus cascos y bajaron la cabeza acompañando en su dolor a ambos.

—Lord Faramir —le nombró un tercer guardia por lo que este lo miró con lágrimas en su mejilla.

Este guardia estiró sus manos entregándole una espada enfundada con el cinto arruinado.

Lo que no esperaban era escuchar un alboroto por la calle, donde la gente acompañaba entre aplausos al futuro rey de Góndor por su valentía y regreso.

Faramir no tenía cabeza para pensar pues estaba sumergido en la perdida y también Éowyn.

El lugar empezó a llenarse con la gente que se detenía a mirar la escena de la muchacha ahora sin vida. La alegria se terminaba y los aplausos también.

Poco a poco cada uno se enteró de esto deteniendo la atención a los triunfadores, el jardín quedó en silencio y eso confundió a los recién llegados.

Legolas bajó de su caballo blanco antes que Aragorn y miró a la gente que estaba de espaldas a ellos ahora y trataban de amontonarse al rededor de la tragedia.

—¿Que sucede? —preguntó Aragorn bajando de su caballo también.

Merry y Pipin bajaron del caballo que los había llevado, Eomer y Aragorn respectivamente habían sido jinetes de los mismos.

Pipin empezó a caminar entre las personas empujando a diestra y siniestra para ir a ver que sucedía.

Pero la confusión de Legolas creció al recibir varias miradas con pena.

Aragorn se adelantó y la gente abrió camino para permitirles pasar,  Legolas le seguía, por último Gimli y Éomer.

No estaba preparado para lo que veía, no sabía que pensar al caminar y que la gente lo mirara con pena.

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⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

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