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El resto del día fue desolado en agonía, Eryn oculta en lo profundo de los pasillos del castillo, este era su lugar seguro, para su principito y para su abuela.

La gente de la ciudadela había sido obligada a subir a los niveles superiores y resguardarse en las posadas y casas de tales niveles.

Aunque muchos aún seguían en los niveles bajos con dudas y esperanzas de que todo saldría bien.

Eryn no había abandonado sus labores de sanadora y a ello mismo se dirigía cuando escuchó un escándalo.

—¡Boromir me era leal! —gritó Denethor en el salón del trono— ¡No era un pobre discípulo de un mago!.

Seguramente estaba nuevamente hiriendo a Faramir con sus palabras. Eryn tuvo el impulso de ir en busca del capitán pero simplemente se quedó parada a medio pasillo.

No podía hacer nada ahí dentro, solo podía esperar que Faramir saliera para mostrarle su apoyo.

—Mi señora Eryn —escuchó una voz al final de pasillo— ¿En que puedo ayudar?.

Era una de las muchachas aprendices, estaba esperando desde la distancia a Eryn para recibir nuevas tareas.

Eryn continuó con su camino hasta estar junto a la joven, la llevó por los pasillos mientras le daba indicaciones, eran más de como preparar las casas de curación ante un inevitable ataque.

Rogaba en su interior por qué nadie de los que ella ama, saliera lastimado.

Después de un par de horas se corrió la voz.

“Lord Faramir intentará recuperar la rivera del río”

Faramir era como el hermano que nunca tuvo, pero cuando quiso ir y protestar para que no se marchara.

El ya había partido a un destino incierto.

Solo fue cuestión de minutos para que esté intento de ataque apresurara al ejército del señor oscuro a enfilarse frente a las puertas de Gondor.

—✧—

Eryn terminó por ajustar la armadura a su cuerpo y volvió a mirar a su abuela antes de ponerse el casco.

—Ve con el, espera en el castillo y refugiate a su lado Namde —pidió Eryn tomando su espada.

—Eryn, esto que estás por hacer es una locura —la detuvo la mayor sujetándo su mano— las esperanzas en mi arden anhelando que dispongas abandonar esta idea y te refugies a proteger a tu hijo.

—Ya lo estoy haciendo —contestó decidida— sostengo el escudo para mi hijo, no temas, bajo la protección de mi espada está a salvo.

—Eryn... —rogó Namde. No deceaba ver a Eryn en la guerra pero ella tenía el espíritu que alguna vez sus padre tuvieron.

—Vete ahora antes que inicien a catapultar hacia acá y te sea más difícil ir —pidió. Abrazó a la mayor y depósito un beso en su frente— gracias por todo abuela, por tu apoyo y por tu amor. Te adoro.

—Y yo a ti Eryn —.

Le sonrió como despedida y enseguida giró en su sitio para abrir la puerta y salir a la calle.

Muchas miradas se ganó pero nadie preguntó ni protestó, no había tiempo para hacerlo y por otra parte, es que tampoco reconocieron a la dama bajo el casco.

Si tan solo supieran. Eryn no era la única oculta bajo un casco, Éowyn venía también a luchar por sus seres amados.

—¡Formen filas y preparence a luchar! —rugió una voz demandante.

HEREDERO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora