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Después de unos segundos estiró su mano hacia Ander y este gustoso le sonrió tratando de tomar sus dedos.

—¡Hola cielito!, ¡hola bebé hermoso! —exclamó atrapada por el encanto del bebé elfo— ¿Puedo?.

Eryn asintió y con cuidado dejó que Éowyn cargara a su hijo.

—Dios mío, es su viva imagen Príncipe Legolas —dijo Éowyn y solo entonces Eryn miró al elfo un poco confundida— ¡chiquito bello!, ¡angelito!.

Y empezó a nombrar al pequeño de formas tiernas, ella había caído ante tan encanto de niño.

Mientras tanto Eryn dió unos pasos hasta Legolas. El la miró con miedo y tristeza mezclados en sus azules ojos, sin embargo Eryn sonrió y enseguida se recargó en el pecho del elfo.

—Pensé que...—habló bajito el elfo.

—No —contestó— aún hay algo que me lástima, algo que me da vueltas en la cabeza y pide a gritos que te abandoné antes de hacerte daño.

—¿Me lo dirás?... —quiso saber Legolas.

—¿Puedo ser su tía? —cuestionó de pronto Éowyn, luego se mantuvo en silencio cuando Ander se quedó atento mirándola para luego reír.

Éowyn río emocionada.

—¿Cual es su nombre? —quiso saber.

Ander —contestó Eryn.

Ander Greenleaf —expresó orgulloso Legolas.

—Es elfico y se traduce de varias maneras —explicó Eryn— Legítimo Heredero, príncipe valiente, rey de legiones, hijo del bosque.

Legolas miró a Eryn con ternura, no se equivocaba. El nombre de su hijo, era tan especial que llegaba a tener tantos significados valiosos para los elfos Sindar y Eldar.

—Oh, ¡Chiquito tienes muchos nombres! —dijo Éowyn picando su pancita con un dedo y haciéndolo reír— ¿Puedo quedarme con el?.

Eryn miró a Legolas y ambos alzaron los hombros.

—Como guste Lady Éowyn —contestó Legolas.

—Solo... —Eryn se acercó hasta Ander y beso su mejilla— se dormirá pronto y...

—Oh, tranquila Eryn, yo me quedaré con el. Si eso no es problema —continuó Éowyn.

La joven princesa hizo un guiño discreto al elfo, diciéndole que tendría a la muchacha sanadora por el resto de la noche. Por lo cual Legolas sonrió y negó bajando la mirada un poco avergonzado.

Eryn suspiró melancólica, se sentía dentro de un torbellino de emociones.

—Buenas noches hijito, te amo —susurró Eryn besando sus mejillas— te veré mañana, mi cielo.

Con el dolor de su corazón se alejó para darle espacio a Legolas de acariciar a su pequeño hijo.

—Hasta mañana, Ander —susurró acariciando sus cabellos y luego besó su frente— tu mami y yo te amamos. Ahora quédate con la tía Éowyn y portate bien, mi angelito.

Ander estiró sus manitas y acarició la mejilla de Legolas que se encontraba cerca de el besando su mejilla, despidiéndose así de su padre.

HEREDERO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora