—¡Todos vuelvan, al segundo nivel! —escuchó Eryn la voz demandante del mago.
Clavó su espada en el pecho del orco moribundo en el piso y corrió a prisa con el grupo que se replegaba. Llevaba la mano puesta cerca de la cadera pues tenía un corte algo profundo en el extremo derecho de su cuerpo.
Le ardía y dolía con cada paso.
Después de varios minutos corriendo finalmente se escuchó un estruendo de las puertas de ese nivel al cerrarse a sus espaldas.
El metal de armadura le empezaba a pesar pero aún así continuó alejándose hasta estar lo suficientemente apartada del caos.
Cogeaba también un poco por el dolor en los pies pero eso no le importaba. Colocó la mano en una pared y lanzó la espada al piso para luego con mucho esfuerzo descender para sentarse ahí.
—¡Santos cetros! —exclamó el mago dejándose caer a su lado— sigues en batalla, lamento haberte subestimado Eryn hija de Miráz.
Eryn apenas pudo sonreír, sentía que sus fuerzas se desvanecían como la noche, ya estaba por llegar la mañana.
Habían resistido por varias horas, contraponiendo ataques a las ordas de maldad.
—El sol se alza como una mariposa saliendo de su capullo, pero mis fuerzas se empiezan a marchar con la noche —se lamentó en voz baja Eryn.
—La oscuridad quiere llevarte con ella —musitó el mago— aferra tu vida al amor del sol, al azul del cielo y no te desvanezcas, hazlo por amor a ambos.
Alzó su vara y se puso de pie echándole una última mirada a Eryn. Por supuesto que tenía miedo de verla morir y que no disfrutara de ver a su hijo en brazos de su padre.
Por su parte Eryn cerró los ojos melancólica, ya no sentía la fuerza en su cuerpo, ahora le pesaba y hasta levantar la espada le causaba dolor.
Sin poder evitarlo las traicioneras lágrimas nublaron su vista. Justo entonces un piquete en su pecho izquierdo la alertó, algo empezó a mojarle por lo cual solo pudo sollozar una vez.
Su hijito tenía hambre.
Se llevó la mano sobre el hierro frío de su armadura y con dolor cortante en su corazón bajó la cabeza para presionar un poco liberando así el dolor que le indicaba que su bebé la necesitaba.
Suspiró mientras continuaba llorando.
•
—Resiste Eryn —rogó Namde— ya lo has traído al mundo, solo resiste.
Eryn escuchó el latir de su corazón en sus oídos mientras sentía la cabeza pesada, el haber sacado todas sus fuerzas le estaba pasando cuenta.
Le dolía la cadera, aparte de eso también sentía un fuego cubriendo su cuerpo.
—¿Porqué no llora? —susurró ignorando ahora sus dolencias y centrando su atención en lo verdaderamente importante para ella— ¿Namde?.
Asustada trató de sentarse para mirar mejor a la mayor que estaba de espaldas a ella atendiendo y aseando al pequeño recién nacido, pero un dolor le recorrió desde la espalda hasta el vientre.
—Tranquila hija. Tu bebé está bien, es muy especial —contestó la mayor viendo al pequeño elfo tranquilo en sus brazos mientras movía las manitas y los pies.
Eryn suspiró sin apartar la mirada de su abuela. Un par de minutos despues la mayor volteó trayendo con ella al bebé envuelto en una suave manta.
Lo acercó a Eryn y lo sostuvo a su lado.
—Mi Ander —espetó emocionada, besó la frente de su hijo y sus ojos se cristalizaron a nada de romper en llanto.

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HEREDERO.
Fanfiction✧*。.。*♡ -Mami, yo soy feliz contigo y la abuela -dijo el niño y Eryn sonrió- pero si quiero a papá también. Eryn..... -¿Como pudiste ocultarme a mi hijo?, No merece estar contigo, tu le mentiras Eryn. Entregamelo, estará bien con los de su san...