Capítulo 18

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Los últimos días fueron un desbarajuste para Lexa, porque la visita inesperada de Joshua le trajo confusión y contrariedad.

Aunque poco a poco va ajustándose nuevamente, sabe que volver a caer en algunos de sus patrones pasados fue estúpido y contraproducente en su estado.

Se dejo llevar como solía hacerlo, pero se detuvo a tiempo para no meter el pie hasta el fondo del acelerador como lo hacía antes; ya que prontamente se dio cuenta que no se sentía igual.

No entiende por qué lo hizo, cuando había avanzado tanto. ¿Quiso probarse hasta donde podía ser capaz de llegar o simplemente no pensó?

Independiente del motivo, la situación le forzó a enfrentarse cara a cara, con quien era antes y quien es ahora; para comprender con más claridad que nunca, quien quiere ser.

Una persona determinada y resiliente, que confía en sí misma y en sus capacidades, que se respeta y valora, que es libre y autónoma, que no requiere más que de la fuerza de su corazón para levantarse y luchar contra la adversidad.

El camino para llegar allí es largo y aunque ya lo comenzó hace poco tiempo atrás, probablemente volverá a encontrarse con baches en el camino que la quiera sacar fuera, porque siempre estará ese viejo hilo tirando de ella, esa voz detrás de su cabeza empujándole hacía abajo, haciéndole tambalear o diciéndole que no vale la pena luchar tan duro por algo que nunca mejorará.

Aunque resulta agotador, sabe, en el fondo de su corazón, que, si es persistente, tarde o temprano, alcanzará lo que se propone; porque cada trecho que avance, por pequeño que sea, le acercará cada día un poco más a su propósito. Ese donde finalmente se perdone, aprenda amarse y comprenda el valor de su propia vida; para, desde allí, entender y volver a comenzar.

Su prioridad es sanar y en ello debe estar su enfoque, sin importar cuantas veces más, vuelva a trastabillar.


* * * * * * * * * *


Se ha detenido allí más veces de las que puede contar, desde el lio que hizo hace un par de días atrás. Allí, de pie en el porche, mirando hacia la casa vecina.

Respira profundo y cierra los ojos, se siente avergonzada y apenada; pero sabe que debe disculparse, aunque sus pies no han querido colaborar para acortar la poca distancia que les separa.

Clarke es su cable a tierra y la conexión más real a lo que está bien, es el viento que impulsa sus alas, la brújula que le orienta cuando está perdida y el silencio que acalla las voces.

Por lo mismo, todo su ser lo reciente cuando ella pone distancia; pero no la juzga, porque entiende y es consciente que contantemente está colocando peso sobre sus hombros y cualquiera se cansa.

Sin embargo, sabe que tiene que dar el paso que le falta y es lo que hace; camina lentamente, como si arrastrará una carga pesada detrás suyo y se detiene frente a su puerta.

Vuelve a respirar para tomar fuerzas y piensa en lo que dirá, en como lo dirá; pero quizás, un "lo siento", sirva para comenzar.

Es tarde y no sabe si estará, pero se arma de valor y llama a la puerta, esperando que la paciencia y la tolerancia no se hayan acabado para ella.


—Oye —dice Lexa cuando Clarke aparece por la puerta.

—Oye —repite Clarke un poco sorprendida.

—¿Tienes... un momento? —pregunta algo vacilante.

—Estaba por salir... —explica mientras mira a la mujer tímida y cohibida delante de ella —. Pero podemos hablar mientras termino de prepararme, si está bien para ti... —ofrece y le da paso cuando asiente.

Un viaje inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora