·Capítulo 41·

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KEYLA


Dos años después...

Sólo a mí se me ocurría comerme un cuenco entero de fresas con nata una hora antes de mi boda. La tripa me dolía horrores y sentía que vomitaría sobre mi precioso vestido.

—Dios mío. Siento que si respiro voy a romper el vestido—dije atacada de los nervios. Mi madre me abanicaba el rostro y Adele me ayudaba un poco con el pelo.

—¡Te dije que comieras un par de fresas para calmar tu ansiedad! ¡No veinte, zopenca! —me gritó mi amiga y cuñada—Como estropees mi fabuloso diseño no llegas al altar, te lo aseguro.

Efectivamente, mi vestido de novia lo había diseñado Jessica. Hace nada que lanzó su propia marca de ropa y se había ofrecido a diseñar un exclusivo vestido de novia a mi gusto y medida. Tenía una mano increíble porque había quedado justo como quería. La falda era suelta y vaporosa a partir de mis caderas y esta consistía en una capa blanca y encima de esta, otra transparente con bordados de encaje blancos. La parte del torso era toda transparente salvo en zonas como los pechos y los brazos que también estaban cubiertas de figuras de encaje blanco. La mitad de mi espalda estaba descubierta y tenía un escote elegante en forma de corazón. Mi pelo estaba recogido en un moño trenzado y decorado con algunos tocados plateados y enganchado a este estaba el velo que era del mismo material del vestido y que tenía una cola inmensa.

—Cariño, ya verás como todo sale bien—me dijo Adele con su usual tono dulce y tranquilizador y la verdad es que lo agradecí. Lo que menos necesitaba eran más nervios añadidos.

Me iba a casar con Kaden.

¡Joder!

¡Me iba a casar con Kaden!

Noté como me iba tranquilizando y como la seguridad se instalaba en mí al pensar en él.

Me lo pidió hace varios meses, cuando nos fuimos de viaje a Sicilia para celebrar la venta de mi tercer libro y su victoria en un combate muy importante de boxeo. Organizó una cena romántica en la playa, con velas y miles de ramos de orquídeas blancas—mis favoritas—por todas partes. Recuerdo que lloré nada más verlo arrodillarse y que en ningún momento me vinieron las típicas dudas de: ¿No es demasiado pronto? ¿Es el correcto?...Simplemente, sabía que era él con quien quería pasar el resto de mi vida, ¿para qué alargarlo?. Nuestros padres se quedaron boquiabiertos con la noticia pero nos apoyaron en todo momento. Era muy agradable saber que habían dejado sus diferencias atrás y que volvían a ser los amigos de siempre. También se me enterneció el corazón cuando me enteré de que Kaden les había pedido permiso a mis padres previamente. No era típico de él. Y luego vino otra de nuestras locuras. Nos tatuamos otra vez. Esta vez plasmamos sobre nuestras pieles una promesa:

"Tú y yo, por siempre" escrito con una letra bonita y cursiva sobre el centro de nuestras espaldas.

Porque era cierto.

Siempre seríamos él y yo.

Y ahora se hacía más real con nuestra boda.

Una de las cosas que le pedí expresamente a Jessica fue la espalda descubierta del vestido para que el tatuaje fuera visible.

Adele ojeó algo en su teléfono.

—Quince minutos y sales—me sonrió y yo le devolví la sonrisa entre nerviosa y emocionada.

Respiré hondo.

—Si en algún momento quieres huir por la parte trasera, lo entenderemos—bromeó Jules y Jess le dio un golpe suave con su brazo. Las dos estaban guapísimas con sus vestidos de dama de honor, también diseñados por Jessica. Estos eran de color lavanda y de corte sirena por lo que se adherían a sus curvas. La única diferencia era que el de Jess era de palabra de honor y el de Jules tenía una sola manga. La primera tenía el pelo recogido en un moño alto y apretado rodeado de una cinta plateada y la segunda, al tener el pelo corto, lo llevaba suelto y con una diadema también plateada.

Tú y yo, por siempre (+18)Where stories live. Discover now