EXTRA 4

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(Este extra se sitúa en el nacimiento de los mellizos, Kaden y Keykey siendo adultos)

NEAL Y BRIDGET

KADEN


Me encontraba en el gimnasio, entrenando un poco. Necesitaba pasar un tiempo a solas y sentir el esfuerzo en mis músculos. Mi mujer estaba embarazada de nueve meses y mis días se resumían en cumplir todos sus antojos (no solo de comida), comprar todo lo necesario para el bebé, consolarla cuando se ponía a llorar de repente...Lo cual adoraba con toda mi alma. Era cierto que Keyla se mostraba más efusiva con el tema del embarazo ya que como sabréis, no soy un hombre al que le guste especialmente mostrar sus sentimientos. Pero estaba igual de ilusionado que ella. Esto me lo llevaré hasta la tumba si hace falta pero reconozco que anoche me emocioné muchísimo al pensar que mis bebés podían nacer en cualquier momento. Me moría de ganas de que nacieran. Al principio estaba cagado, pero estos nueve meses han sido suficientes para prepararme para ser el mejor padre.

Sin embargo, a pesar de que estaba disfrutando de esta nueva etapa, necesitaba entrenar un momento a solas para asimilarlo todo. Keyla se encontraba abajo, en el salón, leyendo un libro mientras comía helado de vainilla y brócoli.

Sí, había perdido la cabeza totalmente.

Hice un poco de pesas y luego algo de kickboxing. Terminé completamente sudado y con un dolor muscular de cojones que me recordó a cuando terminaba algún combate de boxeo.

Ese tipo de dolor que me encantaba.

Mientras bebía un poco de agua, Keyla apareció por la puerta de nuestro gimnasio.

Estaba más guapa que nunca. Sus ojos castaños verdosos brillaban con ilusión y su preciosa barriga ya bastante grande se marcaba bajo su vestido de color marfil. Hace poco se había cortado el pelo hasta dejarlo a la altura de sus hombros y sus mejillas estaban sonrosadas. Había podido observar que durante su embarazo estas casi siempre estaban teñidas de un suave tono rojizo.

—Hola, princesa. ¿Va todo bien? ¿Tienes contracciones? —me acerqué a ella entre contento y preocupado. La besé y acaricié su vientre con cariño.  Ella me sonrió. La notaba muy feliz aunque un poco cansada. La pobre no había podido dormir bien por el tamaño de su barriga.

—Por ahora, todo bien—me tendió una toalla blanca y la cogí para secarme el sudor—Los he sentido moverse.

Sonreí y me agaché para besar su vientre, haciéndola reír. Y ahí estaban mis hijos, respondiéndome. Keyla soltó una risa preciosa y a mí se me hinchó el corazón ante las pequeñas patadas que daban.

—Parecen entusiasmados—dije.

Hizo una mueca.

—Los has despertado y ahora no van a parar quietos. Ya sabes que están enormes y que sus patadas duelen—se quejó, fingiendo estar indignada.

La besé.

—No seas egoísta, yo también quiero sentir a mis hijos.

—¿Ah, sí? Pues si quieres llévalos tú en la barriga.

Sacudí la cabeza.

—Vamos, no te enfades. Si se mueven tanto cuando estoy yo es porque me prefieren a mí, princesa. Vas a tener que aceptarlo tarde o temprano.

Soltó una risa sarcástica.

—Ni de coña. Los he llevado nueve meses en el vientre mientras tú estabas más fresco que una rosa. Me tienen que preferir a mí.

Sacudí la cabeza, sonriendo ampliamente lo que solo parecía cabrearla más.

—No seas envidiosa, princesa. Al menos quédate con que tienen a la madre más preciosa del mundo—rodeé sus mejillas con las manos y besé su frente. Ella me respondió con esa sonrisa idéntica a la que esbozaba cuando éramos pequeños y le decía algún cumplido solo para ver cómo se sonrojaba.

Tú y yo, por siempre (+18)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin