·Capítulo 7·

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KADEN

Volví a la habitación de Ryan cabreado, confundido y con unas ganas tremendas de volver a Japón.

Keyla tenía el mismo talento para hacerme enfadar que cuando era niña. Pero esta vez había sido diferente. No había hecho nada malo. Y ese era el problema. Prefería mil veces ignorarla antes que hablar con ella como si nada hubiese pasado, como si fuésemos amigos. Porque ignorarla implicaba no mirar sus ojos dulces, sus labios llenos, ni su cuerpo.

Porque si la ignoraba mantenía el control.

Me metí bajo las sábanas y tapé mis oídos con unos auriculares para que no me molestase el ruido de la fiesta.

Mis padres habían sido sorprendentemente benevolentes conmigo. No se quejaron cuando les dije que saldría con Erick después de la cena. Parecía que por fin habían comprendido que era mayor de edad y podía hacer lo que me diese la gana.

Ya no era el crío de antes.

Me despertó el leve hundimiento del colchón en la madrugada. Ryan se había tumbado a mi lado con cara de cansancio, sin pantalones y con la camiseta llena de algo que parecían manchas de cerveza y ron.

-¿Ya ha acabado la fiesta? -pregunté con voz ronca, quitándome los auriculares.

Asintió después de un largo bostezo.

-Menos mal que mañana tenemos el día libre- Se apartó el pelo del rostro- Erick está durmiendo con Archie en una habitación de huéspedes y Jessica se ha ido a dormir con las chicas.

Me sorprendió lo rápido que congenió mi grupo con el entorno de Erick.

Aunque técnicamente la aparición de las chicas no estaba prevista.

Nos quedamos unos segundos en silencio. Lo conocía lo suficiente para saber que deseaba decirme algo. Y podía imaginarme el qué.

-¿Cómo ha sido volver a verla? -soltó por fin.

-Jodido- respondí. Una respuesta breve y escueta pero sincera.

-Me lo imagino -sonrió.

Le di un golpe en el brazo y sacudí la cabeza.

-Es que...La miro y todo lo que pasó vuelve a mi mente. Y la rabia se apodera de mí y...no soy capaz de soportarlo. Es como si la terapia que hice cuando llegué a Japón no hubiese servido para nada.

-Es entendible, tío. Lo que pasó fue una mierda. Que no fue tu culpa...y tampoco la de ella.

No tenía ganas de hablar de eso y Ryan lo notó.

Esbozó una sonrisita de capullo.

-No creas que no te he visto mirándole el culo más de una vez.

-No he hecho tal cosa -reí- Erick me mataría.

-Es muy guapa -dijo.

Le di otro golpe y soltó una carcajada.

-Vuelve a decir eso y te corto las piernas.

Me ignoró y se rió con más fuerza aún.

-Tampoco hace falta que te pongas celoso.

Puse los ojos y le hice un gesto no muy educado.

A pesar de lo que había pasado, a pesar de que una parte de mí aún la odiase, no podía negar que desde que éramos críos siempre había sido muy protector con ella, a veces más que su hermano. Y era algo que mi instinto natural me obligaba a hacer todavía.

Tú y yo, por siempre (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora