·Capítulo 35·

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ISIDORA


Observé con angustia a mi marido. Estaba sentado en la silla de cuero tras el escritorio de su despacho. Un montón de papeles estaban desperdigados por todos lados. Tenía la cabeza hundida entre sus manos, su camisa estaba arrugada y sospechaba que no se la había cambiado en días.

—Por favor, cariño. Debes tomarte un descanso.

Sacudió la cabeza y levantó la mirada. Sus ojos reflejaban miedo, ira y dolor.

—No puedo, Isi. Mi hijo está secuestrado y mi hija desaparecida. ¿Cómo voy a quedarme quieto?

Me acerqué a él y me senté en su regazo. Besé su sien transmitiéndole todo mi apoyo.

Desde la gala de premios todo había sido una locura. El disparo en su hombro finalmente no fue nada demasiado grave. Debería haber estado unos días más en el hospital pero mi esposo era muy terco. Horas después de salir del hospital, nuestro hijo pequeño había desaparecido. No estaba en casa. Al principio pensamos que quizá se había escapado para ir a jugar al fútbol con sus amigos o a ver su novia pero minutos después un mensaje horrible nos llegó a nuestros teléfonos.

Cuando vi la foto no pude hacer más que gritar y llorar. Recuerdo que perdí el conocimiento unos minutos y después me desperté en nuestra habitación con el corazón totalmente desbocado.

Maldije el día en el que conocimos a Fisher en una fiesta de la universidad. Su obsesión por Elaine fue inmediata y peligrosa. Y causó mucho sufrimiento. Recordaba los ojos de mi difunta amiga llenos de terror por las noches a causa de sus pesadillas.

Fisher estaba loco. Desquiciado. Solo nos quería hacer daño por su frustración de no haber podido tener a Elaine. Deberíamos haberlo encerrado en la cárcel hace mucho tiempo.

Convencí a Greg de darse una ducha, cambiarse y bajar a la primera planta la cual estaba llena de policías.

Esto sin duda sería un escándalo para la prensa pero no me importaba.

Mis hijos siempre irían primero.

Erick, mi hijo mayor, se encontraba en el vestíbulo hablando con un policía. Él tampoco tenía muy buen aspecto. Tenía ojeras, el pelo revuelto y la mirada desolada.

Me coloqué a su lado y acaricié su espalda con cariño.

El policía nos contó que habían estado rastreando a Fisher y que todo indicaba a que tenían a mi hijo en las afueras de la ciudad pero todavía tenían que saber dónde exactamente.

Por la puerta aparecieron los amigos de mi hija. Jules, Archie y Jessica. Y también Steven. Todos tenían el rostro desencajado.

—Señora Blossom, ¿hay noticias de Keyla? —preguntó Jules con los ojos llorosos.

Negué con la cabeza.

—¿Están buscándola? —preguntó Steven mirando a los policías que entraban y salían de casa.

Suspiré y volví a negar.

—El mismo hombre que ha disparado a Gregorie ha secuestrado a Tyler. Estamos buscándolo. Según me contó Archie, la última vez que habló con Keyla estaba bien, así que...—se me saltaron las lágrimas—Aunque nos duela tenemos que dejar eso a un lado y centrarnos en Tyler por ahora. Aunque mi marido está haciendo investigaciones por su cuenta para encontrar a Keyla también.

Todos abrieron mucho los ojos.

—Dios, lo siento mucho, señora Blossom. No debe de ser nada fácil—dijo Jessica.

Forcé una sonrisa y los invité a que pasaran y tomaran un zumo.

Cuando los vi a todos allí, preocupados, me alegré porque fueran amigos de Keyla.

Incluso Steven que a pesar de estar destrozado estaba allí, deseando que estuviera bien. 


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Os leo<3

Tú y yo, por siempre (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora