·Capítulo 10·

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KADEN

Llegué a casa después de un largo entrenamiento. Hace dos días que fue Navidad y después de esos días de descanso tocaba volver al trabajo. Me dolían los nudillos de tanto golpear y casi no sentía las piernas. El campeonato sería en febrero y tenía que ganarlo por cojones ya que, si lo hacía, pasaría a ser el mejor boxeador de Estados Unidos y no solo uno de los mejores, como se me había titulado hasta ahora.

Dejé en la encimera las bolsas del supermercado. Adele me había pedido que comprase algunas cosas para la semana. Mi madrastra se dio la vuelta y me sonrió.

-Gracias, cariño -dijo con dulzura. Continuó cocinando algo que olía realmente bien. Caldo de pollo y verduras salteadas seguramente. Le dije que no era nada y me dispuse a ir a la habitación pero su voz me detuvo.

-Kaden...El cumpleaños de tu hermana es pronto y me gustaría regalarle un viaje con sus amigos. Tu padre está muy ocupado con el trabajo- puso los ojos en blanco- y sé que tú también lo estás con el campeonato pero me encantaría que me ayudaras.

-Claro. Déjame adivinar, ¿Los Ángeles?- era una de las ciudades favoritas de mi hermana porque era una gran fan de Fast and Furious. De pequeña estaba obsesionada con ser Letty.

Negó con la cabeza. Echó con delicadeza un poco de sal en la sartén y contestó.

-En realidad...había pensado en Laponia.

Tensé los brazos sobre el frío mármol de la isleta de la cocina. Solíamos ir de vacaciones a Laponia con la familia Blossom antes de la tragedia y de que nuestras familias se empezasen a llevar como perros y gatos.



Reí cuando vi a Keyla aparecer por la puerta de la cabaña. Iba tan abrigada que parecía una bolita, sus mejillas y nariz estaban rosadas por el frío y tenía el pelo rubio recogido en dos coletas.

Era adorable.

En ese momento ella tan solo tenía siete años y yo tenía once. No había ningún sentimiento romántico, obviamente, pero sí una conexión especial y una devoción por ella difícil de ocultar.

-¡Hagamos una guerra de bolas de nieve! -exclamó mi hermana pequeña. Key Key corrió a mi lado y se abrazó a mi cintura con una sonrisa.

-¡Me pido a Kaden en mi equipo! -dijo con un tono dulce y caprichoso a la vez.

Mi mejor amigo refunfuñó haciéndome reír.

-¿Puedes dejar de acaparar a mi amigo, pequeñaja? -negó con la cabeza cuando Keyla le sacó la lengua -Bien, pequeña Jules, vamos a darles una paliza.

Estuvimos jugando por horas aunque para nosotros se sintieron como escasos minutos. Cuando Keyla fue a lanzar una bola hacia Erick su pequeño pie resbaló y cayó sobre la nieve.

Me acerqué a ella preocupado.

-Eh, pequeña. ¿Estás bien?

Se puso de rodillas con los ojos enrojecidos y un puchero en sus labios y negó con la cabeza.

-Me duele.

La abracé porque sabía perfectamente que era lo que quería y mis comisuras se elevaron. Solo lo hacía para llamar mi atención, la nieve siempre amortigua los golpes.

Miré hacia el porche de la cabaña donde Adele y la mamá de Keyla habían salido.

Sonreían y sacudían la cabeza, seguramente pensando lo mismo que yo.

Tú y yo, por siempre (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora