𝟎𝟖

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐂𝐇𝐎

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐂𝐇𝐎

— Sus ojos brillaban -menciona Scott-

Chris asiente — Había algo casi ritual en ello. Como si estuviera observando su alma

— Es lo mismo que me hizo a mí -dijo Isaac, recargado en la pared-

— Eso es lo que nos hizo a todos -aseguró Allison-

— No a todos -intervino Scott- Solo buscaban a los hombres lobo

— Y a Lydia -recordó Allison-

— Al parecer tanto Cora como Alexis la tienen. Se fueron antes de hacer lo mismo con Leyla -habló Derek, manteniéndose detrás de la silla donde Aisha está sentada-

— A cualquiera con una conexión con lo sobrenatural -puntualizó Argent-

— Significa que vendrán por Aisha también -murmura el pelinegro, sobando el hombro de su novia- Está vinculada con Scott y es mi mate. Por una razón Isaac siente protección con ella... Es la que posee más conexión con lo sobrenatural

— ¿Entonces quién era el hombre que buscaban en Japón? -preguntó Aisha, bastante curiosa-

Desde que en la mañana Derek la encontró junto a Stiles en el pasillo de la escuela no se ha despegado de ella. Ambos humanos se encontraban como si nada en el pasillo entre susurros, sin gota alguna de sangre o baba que salió con anterioridad de la boca de Aisha por una convulsión, un secreto que ocultarían los mejores amigos.

Como Aisha estaba en top deportivo por la fiesta, ahora mismo en la casa de los Argent tenía puesta la chamarra de cuero de Derek. Pero lo que extrañaba a Allison era su actitud relajada, como si no recordara su beso en la fiesta.

— Un kumicho. Un jefe yakuza -contestó el cazador- Fue mi primer negocio de armas. Solo tenía 18 años y se suponía que debía ser un simple intercambio. Excepto que Gerard dejó el detalle de que los compradores eran yakuza. Él quería ver podía adaptarme en el momento. Probando mi habilidad para improvisar

— O tu habilidad para sobrevivir -masculla su hija mientras terminaba de desinfectar la herida de su cara-

— En el momento que el sol se escondió fue como si ellos solo se materializaran desde las sombras. Tenían espadas, no curvas como katanas sino que rectas, de acero negro. Como ninjatos

— ¿Qué querían ellos?

— Conseguir al kumicho. Cortaron cada cosa viva en su camino

— ¿Lo marcaron como lo hicieron con ellos? -inquirió Aisha, recordando la marca de su novio cuando venían al departamento-

— No exactamente

— ¿Qué era él? -volvió a preguntar la morena-

— No lo sé. Pero podría haber alguien que lo sepa. Había algunos otros que sobrevivieron esa noche. Uno de ellos era un hombre llamado Katashi... Lo llaman Dedo de plata por una inusual prótesis. Y parecía como estuviese preparando para acabarlos a todos él mismo. Supe por un tiempo que Katashi estaba en el país. Pasé el día de ayer rastreándolo

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒 | Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora