capítulo 8

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Brooke abría sus ojos muy despacio, cegados por la luz que entraba por la ventana y notando ese pitido en sus oídos que ahora era más intenso y doloroso.
Intentaba quitarse esa molestia con los dedos sin éxito, mientras que iba cerrando y abriendo los ojos cada dos por tres al sentir que la luz del día, le ardían a más no poder.
Poco a poco, se iba incorporando de la cama, demasiado despacio, demasiado lenta, sentía que le faltaba más energía que antes, como si esa limpieza del día anterior, no hubiera servido de absolutamente nada.

Se sentaba al borde de la cama como podía y apoyaba sus pies en el suelo, su corazón, latía fuertemente y su estómago le dolía, era como haber estado en una carrera y sin comer ni hidratarse, necesitaba beber agua y comer algo.
Se levantaba tambaleándose por los mareos que estaba percibiendo en todo su cuerpo, lucecitas vagaban por sus ojos mientras se dirigía al salón con pasos lentos y titubeantes.

Cuando por fin llegaba y se adentraba en la cocina, cogió agua y empezó a beberla sin apenas respirar, aun así, parecía estar sedienta, como si no hubiera servido de nada, estaba siendo muchísimo peor que la primera vez, pero tenía sentido, ahora le había dejado cruzar, lo había dejado entrar, y le había dejado hacerle todo aquello que quiso.
Recordó cada detalle del momento, y si, era verdad, los íncubos sabían excitarte y sobretodo sabían muy bien lo que te gustaba y lo que no, y obviamente, sabían satisfacerte de todas las formas posibles, pero;
¿ A qué precio?
Cada vez era más consciente de lo que le pasó a Abby, entendía cada vez más ese agotamiento y el motivo por el cuál, parecía una muerta en vida.
Ese pensamiento aumentaba ahora después de esa noche, porque en estos instantes, parecía como si no pudiera distinguir la realidad del sueño, era como seguir en el;
¿ Cómo iba a entrenar su mente?
¿ Cómo y llegado el momento, haría hacerse entender para si misma, la diferencia?

Acogía el aire entre sus pulmones sintiendo dolor en ellos, cada minuto que pasaba, sentía que el cansancio la superaba, miró la nevera y la abrió de par en par, encontrando un plato con muslos de pollo que había dejado hecho el día anterior su vecina y se lo había dado después de haberla ayudado en un juicio con anterioridad. Siempre y desde haberla hecho ganar ante el juez contra el padre de sus hijos, le traía comida recién hecha como agradecimiento, pero sobretodo por no haberla hecho pagar ni un solo dólar por ello.

Cogía un muslo de pollo y frío, se lo llevaba a la boca y le daba un mordisco, masticando ligeramente, tragaba y volvía a morder, así hasta pasar al siguiente, y al siguiente y al siguiente hasta que se terminaba todo el plato de golpe.

A diferencia de Abby, ella tenía esa cognición que la alertaba en todo momento de cuando su cuerpo estaba al borde del abismo.
A Abby le afectó en demasía ese cansancio físico y mental, haciéndola dejar de comer, hidratarse y cuidarse, pero eso a ella no le iba a pasar, esa era la diferencia entre las dos, ella iba a aguantar y a recuperarse, puede que lentamente, pero no iba a dejar que pudieran con ella.
Aun así, la comida y la bebida, no parecían satisfacerla, era como tener un hueco que no podía rellenar en su interior.
Estaba pálida y parecía más delgada, se sentía ligera, más de lo que podría imaginar.
Comprendió ahora como pudo caer tan rápido su amiga, si ella ya había perdido peso incluso cuidándose, obvio Abby al no hacerlo, era de lógica que acabara tan rápidamente en el hospital y en coma.

Llenaba su termo de café y otro de agua hasta arriba para poder llevárselos e ir bebiendo por el camino.
Se duchaba intentando hacerlo rápido sin éxito y después de eso y cambiarse de ropa, salía de su casa y se dirigía al coche con lentitud.

— Buenos días Brooke.

Se daba media vuelta encontrando a la vecina que ayudó.

— Buenos días Meredith.

ÍNCUBO 2 : La venganza de Brooke ( TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora