Kill the boy.

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Daenerys Targaryen.

Observe a ser Barristan frente a mí, lo habían recostado en una tumba hecha de la roca con la que fue construida la pirámide de Meereen, Daario Naharis estaba a un extremo también observándolo, mi corazón estaba partido y mis ojos se cristalizaban al ver su rostro pálido sin signos de vida, oí los pasos detrás de mí pero no me gire, simplemente aprecié el silencio.

-Lo lamento mucho, mi reina- Habló Hizdahr zo Loraq -Él era un buen hombre-

-Lo llamaban "Barristan el Bravo"- Recordé -Cruzó un continente para servirme, era un amigo leal- Una lágrima rodó por mi mejilla -Y murió en un callejón, masacrado por cobardes ocultos tras máscaras-

-Podríamos regresar al distrito de la pirámide, asegurarlo y usarlo como base de operaciones- Propuso Daario -Luego limpiaremos la ciudad, barrio por barrio, calle por calle, hasta que las ratas no tengan donde ocultarse- Se acercó poco a poco a mí 

-Prefiero la sugerencia anterior- Lo mire -Traeme a los líderes de las grandes familias de Meereen-

-Pero yo soy el líder de mi familia- Dijo Hizdahr 

Observé cómo ambos Dothraki detrás de él lo tomaban por los hombros y comenzaban a llevarselo.

-No, su majestad, yo no tuve nada que ver con esto- Aseguro 

Cuando supe que todos ellos habían sido traídos ante mí, ordene que los llevaran hacia la fosa donde mantenía a mis dos dragones, me encaminé hacia allí seguida por Daario Naharis, las puertas de la fosa se abrieron ante mí y camine con los líderes detrás de mí seguidos por los Inmaculados, las antorchas iluminaban el lugar aunque no lo suficiente, me detuve cerca de mis hijos y mire la oscuridad sabiendo que estaban allí.

Luego me gire y camine hacia las escaleras que me llevaban fuera de la fosa, los líderes me miraban con atención, confundidos de lo que estaba pasando, pero a la vez algo temerosos, mire a los Inmaculados y asentí.

-Avancen- Ordene 

Los Inmaculados apuntaron sus lanzas hacia los líderes.

-No puede hacer esto- Negó uno de ellos 

No respondí, los Inmaculados obligaron a los ocho líderes a que comenzaran a caminar tocandolos con sus lanzas, sus ojos me miraban a mí y a la oscuridad frente a ellos, temiendo lo que podría haber en ella, aunque ya lo supieran. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca y oí el ruido de las cadenas, comencé a caminar por el medio de ambas filas.

-Los comerán, si yo se los ordeno- Dije, aumentando el temor -Quizá los coman aunque no se los ordene. Son pequeños, algunos dicen que debo abandonarlos, pero una buena madre no abandona a sus hijos- Comencé a caminar detrás de cada uno de ellos -Los castiga si es necesario- 

Asentí hacia Daario y él empujó a uno de los líderes haciéndolo caer al suelo cerca de los dragones, él siguió de rodillas, escuchando el ruido de las cadenas mientras su cuerpo temblaba de temor.

-Pero no los abandona- Seguí 

Observé el fuego de Viserion y como este salía de su boca incendiando al líder frente a él, había crecido mucho más desde la última vez que lo había visto, cuando el cuerpo cayó al suelo sin vida, ambos comenzaron a morder cada parte de él, aún con su cuerpo incendiándose.

-¿Quien es inocente?- Pregunté -Tal vez todos ustedes lo sean, tal vez ninguno lo sea, tal vez debo dejar que los dragones lo decidan- Toque la espalda de Hizdahr

-Vhalar Morgulis- Recito -Todos los hombres deben morir-

-No quiero que coman demasiado- Solté quitando mi mano -Quizá mañana-

The Prince Who Was PromisedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora