14|No es suficiente

6 3 0
                                    

Las reprimiendas de mi padre nunca fueron tan severas, tal vez porque nunca he recibido una. Durante toda mi infancia y puedo decir que toda mi vida, he actuado según sus reglas y conforme a su voluntad, cumpliendo cada una de las expectativas que se había creado sobre mí.

Y esta vez, aunque no lo lamente, acepto que tal vez mis deseos de paz fueron por encima de mí. Aunque no pueden decir que tengo culpa.

¿O es mi culpa acaso que durante mi corta existencia nunca se me informara nada respecto a la enemistad que guarda mi reino con el reino élfico?

¿O qué no se me contara y convenciera de los muy equivocados conceptos que tiene mi padre respecto a la realeza de allí y sus "raras formas de gobernar"? -así dijo

—No volverás a verle—termina por expresar mi padre, y mi madre callada acepta cada uno de sus mandatos, mas yo no puedo evitar ponerme en su contra.

—Eso no puedes decidirlo, dentro de unos pocos meses, yo seré la reina— expresa mi lado rebelde, egoísta y caprichoso; y no pude estar más de acuerdo con él.

—¡Y estás bajo mi mandato justo ahora!—grita mi padre.

Ha gritado

Mi padre me ha gritado

Para ser una chica la cual nunca había ido en contra de su padre, mi cuerpo ha reaccionado muy diferente a como podrían esperarlo. Su grito solo logra alterar mucho más mi sistema, obligándome a mí también a gritar.

Que mala educación, Esmeralda

Indignada salgo del despacho de mi padre al pedirme que no mencionara ni una sola palabra más. A paso apresurado me dirijo hasta mí habitación y me encierro allí, mientras adentro algunas vestimentas en una valija. No dejo pasar desapercibido el libro que me ha dado Amarïe, perfecto para leerlo en el viaje a Dry Leaves. Nana entra en la habitación, con su rostro indignado cuando observa mi quehacer.

—Me voy con Otoniel—digo apresurada y con tono serio. No siquiera la miro cuando lo hago. Me avergüenza tener que mostrar está actitud con personas que no han hecho nada para merecerlo. Nana sale a toda prisa. No tracurre mucho cuando Thiana hace acto de presencia, para cuando lo hace ya estoy lista para marchar. Me he colocado botas de cuero para facilitarme mi andar rápido sin ser detenida por mis padres, solo que no predije él inconveniente que supone ser Thiana justo ahora.

—No falta mucho para la boda—dice dirigiéndose a mi.

»¿Por qué viajar ahora?—su tono es serio. Parece que hoy es el caracter que predomina en el castillo.

—Necesito otro entorno para relajarme y pensar en lo que haré de ahora en adelante con mi vida.

—¡No harás más que tus deberes como heredera al trono!—su tono es exigente y cruel pero no permito que me afecte.

»¿Qué cambió?, siempre amaste todas estas cosas de la realeza. Obedecias cada uno de los mandatos de tu padre al pie de la letra y disfrutabas de cumplir con cada uno de ellos.

—Cambió que me enamoré de un varón que está prohibido por estudiosas leyes que no tienen sentido alguno—respondo tanjante y salgo al pasillo. Una vez que bajo la escalera de la entrada al castillo, pudo al mayordomo que prepare un carruaje para salir de inmediato. Tengo que dedicarle una mirada cruda y cruel para que lo haga sin avisar a mi padre antes. Suficiente tendrá mi padre con la carta que he dejado.

La breve despedida que tuve con Calegorm me dejó agobiada ante la idea de que posiblemente jamás me lo vuelva a encontrar. Me quedo pensativa, mientras ya en el carruaje tomo el cuaderno en mis manos para léelo. Copito a mi lado está a segundos de dar una importante siesta.

La reina de la naturaleza verde |TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora