Caranthir:
— ¡Aguarda! — expreso en un tono que sale más elevado de lo que planifiqué en su dirección deteniendo sus pasos.
»¿Qué has querido decir? — le pregunto confuso.
»¿Dejarás a tu hija, y a su padre?.
— No dejaré a mi hija, —expresa Esmeralda llegando a donde me encuentro. —pero sobre Hans, yo también provengo de los elfos lunares, has expresado que la profecía fue absuelta por lo que ya nada me une a su padre.
» Hans fue un príncipe de la naturaleza verde y mis antepasados elfos lunares, eso significa que el amor que llevó a Hans a elegirme como su reina no fue más que la profecía.
» No es real, usted lo ha dicho — expresa y sale a paso apresurado de aquí.
Cuando visualizo que entró al castillo sana y salva, me marcho de allí, con sus palabras en el pensamiento.
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Esmeralda II:
La noche se hace interminable ante mis pensamientos. Liderar una guerra protegiendo a Greenworld contra el reino de Otoniel, mi mejor amigo, no es una idea fácil de digerir. Mañana mismo empiezan los preparativos y entrenamientos, que aunque poseo habilidades con la espada, mejorar nunca está de más. Pero ojalá se pudiera cambiar el curso de esta historia.
¡Una guerra!
No lo pienso dos veces cuando me dirijo hacia el jardín trasero del castillo a sembrar los girasoles. Sin duda alguna necesito realizar una labor que me aleje por un momento de los inconvenientes sucedidos. Pero antes escribo una carta.
"Príncipe Otoniel, antes que nada expreso mis más sinceras disculpas por el inconveniente que impidió nuestro casamiento. La verdad es que no lo deseaba, casarme con usted fue un hecho que ante mis ojos era totalmente absurdo porque somos amigos y en el fondo de mí, sé que siempre será así. Se me comunicó sobre las intenciones de sus padres con respecto a mi reino y mi mandato, lastimosamente las consecuencias serán devastadoras, porque habrá guerra, guerra que desease que no se realizara. Una guerra es una verdadera pesadilla para cualquier reino. Pero debo proteger Greenworld, ya que en pocos meses seré la reina y no permitiré que sea dominado por tierras extranjeras, así sea la suya" — escribo para Otoniel en las primeras líneas de la carta que entrego al cartero antes de salir al jardín.
Los guardias de ojos azules, volviendo a ser mis guardias después de haber tomado su descanso de unas horas, me persiguen resguardándome, aunque les he pedido que se alejen un poco, de una manera u otra me siento extraña al tener a dos guardias encima de mí todo el día, es como si hubiese hecho algo malo y sea su prisionera.
Y no es así, soy su reina.
— Lord Roman, creo que este lugar de aquí es el indicado, el Sol se posa perfectamente — le indico a mi acompañante el lugar en que sembraremos algunos girasoles y seguido de ellos nos arrodillamos para abrir la tierra y dejar allí la semilla.
— ¡Tiene talento para ello, ya lo ve! — expresa sonriente Lord Roman al ver plantado tres semillas.
— Siempre lo supe, sólo deseo que sobrevivan a la guerra — expreso con lástima en mi voz y nos reincorporamos en nuestros sitios ante la llegada de Thiana a nuestra ubicación.
— Princesa Esmeralda, —exclama y yo arreglando mi postura le pido a Lord Roman que cuide muy bien de mis girasoles debido a lo ocupada que estaré a partir de este momento.
El señor se marcha después de despedirse, hacia el invernadero y Thiana prosigue a expresar:
— Ya he conversado con el Rey, y ha aprobado tu presencia en la tierra mágica. Las hadas mayores realizarán una reunión, en tu honor. — confiesa y supongo que las despedidas ya empezarán a manifestarse.
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La reina de la naturaleza verde |Terminada
FantasiaNo creía que podrías existir. Todas las noches mi madre contaba tu leyenda... o más bien creo que debería de decir: nuestra leyenda; porque tú eres ese chico que trae consigo el frío y la tranquilidad mientas yo, traigo conmigo el fuego y la adrena...