𝟏-𝟗

913 114 6
                                    

Molto buono, carino—, murmuró contra su nuca—. Ahora, golpéalo. 

Deslizando sus manos por los brazos de Evie, Fiorella hizo su camino hacia la cintura de la menor, manteniéndola así, cerca suyo pero dándole la libertad de jugar adecuadamente.  

Evie pudo jurar que su respiración se atascó en su garganta cuando el vaho tibio de la pecosa chocó contra su piel. 

Golpeó la bola, y ésta rodó por el césped. Ésta cruzó un arco, y le fue inevitable dar brinquitos de felicidad en su lugar. 

—Bien hecho, linda—, repitió sus palabras dando un paso hacia atrás, dándole espacio a la menor para celebrar. Pero Evie tenía otros planes; dio un brinco y envolvió a la pecosa entre sus brazos, emocionada por su pequeño triunfo—. Hey, hey, tranquila.

—Lo siento—, dio un pequeño paso hacia atrás, sonrojada hasta la coronilla, pero incapaz de borrar su sonrisa. Evie era lo suficientemente orgullosa como para admitir que el croquet en definitiva no era lo suyo, así que, ese pequeño logro, era significativo.

—No tienes qué—, la mayor le restó importancia, en cambio, deslizó una mano por su cintura y tiró de su cuerpo una vez más. Acortando la distancia tanto que casi podían respirar el aliento de la contraria—. Lo hiciste bien, te felicito, princesa.

—¡Tu!

El súbito grito llamó la atención de, no solo ellas dos, sino de... todos en el campo. Y todo vestigio de tranquilidad o alegría pareció desaparecer en un parpadeo.

Acto reflejo, la italiana apretó su agarre a la cintura de Evie, dando un paso hacia atrás. Al girar la mirada, hallaron a la reina Leah junto a Audrey, y la aludida parecía ser Mal. 

Los VK's corrieron acto reflejo a socorrer a la chica de cabellos púrpuras. 

Fiorella observó a Evie deslizarse lejos suyo, caminando a paso firme hacia Mal, con un semblante repentinamente serio.

—¿Qué estás haciendo aquí? No entiendo cómo estás tan joven...

—Reina Leah, está bien. Maléfica aún está en la Isla—, intervino Ben, ubicando sus manos sobre los hombros de Mal—. Ella es su hija, Mal. ¿Recuerda mi proclama para darle oportunidad a la nueva generación?

—¿Lo dices en serio, Ben? ¡Nos destruirán!—, continuó la mujer, casi escandalizada por semejante locura—. ¿No lo recuerdan? Manzanas envenenadas, y esa magia... Su magia. ¡Mi hija! Fue criada por hadas por la maldición de tu madre. Sus primeras palabras, sus primeros pasos... ¡No estuve con ella!—, la reina dejó sus lágrimas rodar, giró sobre su eje para esconder su llanto entre los brazos de su nieta.

Evie se acercó a su mejor amiga, reposando con suavidad una mano sobre uno de sus brazos, demostrando apoyo. 

Fiorella apenas se acercó unos pasos a la escena. Lo suficiente para estar al tanto, pero no demasiado como para involucrarse. 

—Yo de verdad...-

—¡Vete! Aléjate de ella.

Fiorella enarcó una ceja, incrédula; cruzándose de brazos. Es decir, siempre supo que Chad era un idiota, pero ¿en verdad tenía la audacia para comportarse así?

—No hagas esto, Chad.

—¿Qué?—, el nombrado parpadeó varias veces, fingiendo incredulidad. Oh, la italiana odiaba cuando actuaban así—. Los criaron sus padres, Ben. ¿Qué le enseña un villano a su hijo, eh? ¿Bondad, juego limpio? ¡No!—, giró hacia Mal, dando un paso al frente en un pobre intento por intimidar a la pequeña muchacha—. Le robaste a otra chica el novio.

Fiorella || Evie Grimhilde [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora