𝟏-𝟖

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Aquel sábado se sintió eterno. Y el domingo también.

Y, bueno, el fin de semana en sí. 

Evie pasó gran parte del tiempo en su dormitorio. Bien fuera cosiendo algo o creando accesorios que seguramente no usaría después, o viendo televisión, incluso invirtió algo de tiempo en los atuendos de sus amigos -y suyo- para la Coronación. O, a veces, repasando un poco para sus clases...

Pero a quién engañaba, si el plan salía bien, entonces no tendría que estudiar más -no tenía caso hacer su tarea de Historia de Leñadores y Piratas o repasar para la clase de Lenguas Extranjeras; porque en cuanto los villanos escaparan, ya no habría escuela alguna a la cual asistir. 

Salió un par de veces solamente. Pues sus amigos insistían en que lo hiciera -su decaído estado de ánimo era evidente y los tenía a todos preocupados- para tomar el desayuno o acompañarlos a alguna tiendita cercana, donde compartieron comida chatarra y golosinas un rato, antes de murmurar que regresaría al dormitorio. 

Para su suerte, el lunes llegó. 

Y se dio cuenta de que no había visto, ni oído de la italiana por ningún lugar en todo el campus, en las últimas cuarenta y ocho horas. Tampoco de Evan. En cambio Jane se paseaba por el lugar como si la ausencia de ambos fuese lo más normal del mundo. 

Ciertamente fue un alivio no tener que enfrentar a la pecosa, pero intentó no hacerlo evidente.

Ese lunes cuando acabó la jornada de clases, por fin se topó con la italiana. Lucía algo pálida y tenía grandes ojeras bajo sus ojos castaños -los cuales estaban ligeramente hinchados; sus rizos estaban deshechos y esta vez lucían como un nido de aves.

A pesar de su apariencia desaliñada; lucía igual de firme y arrogante que siempre, con su sonrisa torcida y cejas enarcadas en gestos retadores. 

Fue cuando la pecosa se acercó a ella, que Evie notó una serie de tonos violeta y azules pobremente ocultos bajo una capa de maquillaje en la mejilla de Fiorella. 

Evie no cuestionó nada, simplemente se aferró a sus libros y miró hacia arriba -directo a los oscuros ojos de la mayor, intentando no desviarse hacia el collar de perlas que todavía reposaba en su cuello.

—¿Tienes algo qué hacer el miércoles después de clase?

Aunque la pregunta la sacó de balance, respondió negando con la cabeza. 

¿Eso es todo? Dos días sin saber nada de ella y eso era todo lo que decía. ¡Increíble! Luego de lo que sucedió en su cumpleaños -o, mejor dicho, casi sucedió- se atrevía a actuar como si nada hubiese pasado. 

Era casi insultante. 

Pero, Evie no la podía culpar. Después de todo, en realidad nada había sucedido; solo un par de acercamientos y nada más. 

Sí, claro, la ropa interior que usó ese día indicaba lo contrario.

¡No! De hecho, no la podía culpar, porque en menos de una semana, ella y sus amigos habrían liberado a los villanos; destruyendo todo lo que alguna vez fue bello y bueno. Seguramente, la italiana no la perdonaría después de eso.

Así que no tenía caso.

—Bien—, sentenció Fiorella, ocultando sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta—. En dos días, pasaré por ti, a tu dormitorio a las seis. Usa algo bonito... aunque siempre lo haces.

Dicho esto, la italiana se alejó por los pasillos, sin darle oportunidad a Evie de responder -de decir nada, en realidad. 

¿La había invitado a salir? ¿A dónde irían? Alto

Fiorella || Evie Grimhilde [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora