Subió al vehículo, dejándose caer en el primer asiento vacío que encontró, que era junto a Evan.
Mala suerte para Evie que también era justo a su lado.
—Vamos, vamos—, afanó Mal, entrando de última y cerrando a sus espaldas la puerta de la limosina.
Jay aceleró, y por las ventanas podían ver las calles de la Isla pasar junto a ellos.
—¿Estás bien, enana? —, Fiorella alzó su mirada de su regazo, donde sostenía su brazo enyesado con su otra mano; haciendo un esfuerzo casi sobrehumano para no quejarse de dolor.
Asintió pobremente, forzando una sonrisa a su amigo para tranquilizarlo: —Sí, gracias, grandote.
Le agradeció, no solo por su preocupación, sino por estar ahí en ese momento, por haber cumplido su palabra de "ir a buscar a Ben apenas terminara la llamada", por haberla sacado de ese muelle... por su amistad.
Evan amplió su sonrisa y pasó su brazo por el espaldar del asiento. La italiana apoyó su cabeza hacia atrás, cansada -y con una insoportable migraña empezando a amenazar sus sienes.
—¿Y tu moto?
Mi moto... buena pregunta; pensó para sí misma, cerrando los ojos en un intento por hacer memoria.
Chasqueó la lengua al recordar. La escena volviendo vívidamente a su memoria.
—Choqué—, respondió frustrada, bajo la mirada ahora -no solo de su mejor amigo, sino también de Evie y Carlos.
Mientras que Mal y Ben, aunque sentados uno junto al otro, parecían evitar hablarse y hacer contacto visual con nadie, a toda costa; ciertamente escuchaban atentos la conversación.
"Lograba ver aún la cabellera platinada inútilmente oculta bajo un casco. Había bajado la velocidad considerablemente, de casi ciento veinte kilómetros por hora, a cuarenta.
Y por una buena razón, las calles de la Isla eran estrechas, un laberinto y las personas cruzaban como si fuesen inmortales. Aunque eso último quizás se debía a que en realidad en la Isla no era común ver vehículos con motor.
Bajó el visor de su casco y aceleró un poco más, no podía perder a Mal; porque de lo contrario, entonces también se perdería ella misma en ese lugar.
Mal aceleró aún más, siendo su moto mucho más pequeña le era más fácil movilizarse por la zona.
Fiorella vio a Mal derrapar y frenar en seco, para apenas dos segundos después volver a acelerar en otra dirección. Lastimosamente, y siendo una vergüenza para sus reflejos de competidora, la italiana no tuvo tiempo de reaccionar.
Había aceite en el suelo.
Su moto, con neumáticos hechos especialmente para reducir la fricción, bailó y finalmente cayó. Raspando el suelo varios metros más; mientras que la italiana se quedaba atrás, también luego de sufrir la caída, y rodar algunos metros debido a la aceleración.
Vio su moto deslizarse por el suelo hasta chocar con una pared de hormigón. Veía el camino trazado por la gasolina; bastaría una pequeña chispa y no habría forma de recuperar su adorada moto.
Se puso en pie, sintiendo su cuerpo magullado; su rodilla dolía como si hubiese estrellado un martillo directo en su rótula una docena de veces. Su ropa tenía algunos raspones, pero nada significativo, casi ni se notaban en realidad -salvo por el polvo.
Quitó su casco con una mano, mirando la escena con cierto dolor; ajena al tumulto de gente que se había aglomerado a su alrededor. Porque no lo iba a negar, se había encariñado con la moto.
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Fiorella || Evie Grimhilde [Descendientes]
Fanfic[En proceso] Cuando se imaginó su vida fuera de la Isla, se visualizó en un enorme castillo, con cientos de habitaciones, desposando a un príncipe para -eventualmente, convertirse en reina- y a su querida madre felicitándola por haber logrado tal ha...