𝟑-𝟐

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—Sí, me adelantaré. Ben dijo que llegaba después, así que debo ir en representación real—, Mal bromeó un poco entre risas. Se despidió de todos ondeando su mano, y salió de casa de Evie -luego de hablar sobre los eventos más recientes en su vida, y de cambiar su atuendo.

Mal caminó unos cuantos pasos por aquel camino empedrado que cruzaba por todo el jardín frontal de la casa de Evie, distraída arreglando unos cuantos detalles en la bolsa de regalo que llevaba -para Jane, obvio. Cuando la vio. 

—¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Mal?

—Sí, la misma. ¿Tu qué demonios haces aquí? 

Fiorella chasqueó la lengua, apagando la colilla de su cigarrillo con la suela de su zapato. Guardando la misma en uno de sus bolsillos para tirarla luego -aunque estaba segura de que lo olvidaría.

—Quería hablar con Evie... 

Otra vez. 

—Estoy segura de que ella no quiere hablar contigo—, repuso con tono mordaz. 

Fiorella también estaba segura de eso, solo quería explicarse -en verdad. 

Quizás solo quería que ella creyera en su palabra. Pero incluso para ella eso era mucho pedir. 

Pero si algo caracterizaba a la italiana era su orgullo, y era más que obvio que no aceptaría la derrota -al menos no frente a Mal, pues bien sabía que no le agradaba ni un poco. 

—Solo quiero hablar, Mal—, puntuó la pecosa, su voz neutra para no revelar que, de hecho, ya había hablado con la menor y que la había echado de su casa. 

Llevaba una hora -y algo- esperando ahí afuera porque sabía que en algún momento tendría que salir. 

—No pierdas tu tiempo, vete. Como lo hiciste la última vez—, la de cabellos morados se cruzó de brazos de manera defensiva—. Está mucho mejor sin ti rondando por ahí. 

Una sonrisa torcida creció en los labios de la italiana, revelando sus preciosos dientes -ignoró el dolor punzante al hacerlo. Largó un suspiro dramático. 

—Estoy segura que sí, pero quiero hablar. No es como si le fuera a hacer daño, Mal—, enarcó una ceja, retadora—. No soy una amenaza, sabes. Soy una simple mortal que no se transforma en dragón, ni nada así. 

Era obvio que estaba implicando que Mal significaba un mayor peligro que ella, y eso solo lo hizo para calar en sus nervios. 

—Le haces daño solo con existir, por si no fuera obvio—, Mal replicó teniendo que morder la punta de su lengua para no escupir todo el veneno que tenía guardado para ella en esos momentos—. No vengas pretendiendo inocencia, Fiorella, todos aquí sabemos bien lo que hiciste. ¿O acaso crees que no veíamos cara y escuchábamos tu estúpido nombre en televisión?

La pecosa chasqueó la lengua dando un paso al frente para evitar alzar la voz. Pero su respuesta se vio silenciada por una fuerte carcajada que retumbó en el aire, aunque no lograron identificar el origen de éste aún.

Fue entonces que escucharon algunos arbustos removerse junto a ambas. Y entonces una espesa neblina de color rosa se esparció por el suelo, llegando a ellas con sinuosa lentitud. 

Y con la neblina apareció también Audrey. 

Una Audrey que Fiorella no recordaba. Una que nunca había conocido.

—Sabía que estarías en casa—, se acercó a Mal con actitud segura, casi intimidante, con una enorme sonrisa triunfal. Le dedicó una mirada de reojo a Fiorella cargada de desdén—. De ti lo esperaba...

Fiorella || Evie Grimhilde [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora