1 -La segunda cinta

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Después de la charla del sargento todos nos dispusimos a patrullar, teníamos unos vehículos especiales para ellos, eran blindados, pero no se notaba nada su peso ni en la velocidad ni a la hora de curvar, eran simplemente una maravilla.

Annie asignó a los agentes a cada coche, normalmente se patrullaba en binomio, pero cuando había novatos íbamos tres en el mismo coche, en este caso yo iba junto a Annie y otro novato más, era un chico bastante alto, llevaba el pelo muy corto, casi rapado al cero, habíamos compartido unas palabras y sabía que se llamaba Mike, era amable y según lo que me había dicho tenía una gran fuerza.

Cuando los tres estuvimos en el coche, Annie, que era quien conducía, puso el vehículo en marcha y comencemos a movernos por el distrito Pase, Mike desde el asiento del copiloto le hacía preguntas de todo tipo a Annie y yo me limitaba a escuchar en silencio, prefería no hablar si no era totalmente necesario.

—Últimamente, parece que todo está más tranquilo, obviando a ese tipo que está secuestrando a los cargos del gobierno —dijo él dirigiéndose a Annie.

—Eso parece, el trabajo del sargento Brook es impecable, parece que las calles están más limpias que antes.

—¿Crees que nos lo encontraremos?

—Lo dudo, como digo el sargento estará escondido, dudo que quiera enseñarse por las calles, sería un error muy estúpido y parece un profesional o eso quiere mostrar.

—Si nos lo encontramos, le pararé los pies —contesto el muy seguro.

Deje escapar una pequeña risa mientras observaba por la ventana, llevábamos cinco minutos en el coche y prácticamente no había personas en la calle, era bastante extraño.

—¿De qué te ríes? —dijo él girándose aparentemente molesto.

—Supongamos que realmente es un líder del crimen organizado, que él solo ha conseguido burlar la seguridad de un senador del gobierno y secuestrarlo, ¿Qué te hace pensar que un novato podría pararle?

—Tengo fe en mí —dijo de nuevo muy seguro.

—La fe no sirve de nada cuando te están apuntando a la cara con una pistola —rebatí yo volviendo a mirar por la ventana.

Annie no dijo nada, se limitó a seguir conduciendo mientras nos escuchaba, imagino que habrá tenido que escuchar miles de conversaciones de este tipo, yo si fuera ella mandaría a la mierda a los novatos como nosotros muy rápido, no tenía mucha paciencia que digamos.

—Nell —dijo Annie llamando mi atención —¿Notas algo raro en las calles? —dijo mirándome por el espejo retrovisor.

Notaba su mirada juzgando lo que iba a decir, no sé si se trataba de una prueba o no, pero tenía claro que si había algo raro.

—A decir verdad, sí, hay algo raro.

—¿El qué? —dijo Mike girándose para mirarme.

—¿No prestas atención? No hay nadie en la calle, no hemos debido de toparnos con más de dos personas desde que salimos del cuartel, no es normal.

—¿Y por qué crees que ocurre? —dijo Annie con calma.

—No lo sé, ¿Alguna idea? —conteste mirándola fijamente a través de su espejo retrovisor.

—Muchas, pero prefiero que le des una vuelta antes, piensa bien lo que puede estar ocurriendo.

Me quedé en silencio mientras seguía mirando por la ventana, buscaba una explicación lógica a lo que me había dicho Annie, había descartado totalmente la idea de que todos hubieran podido abandonar las calles de un día para otro, que estuvieran en lugares a cubierto era una posibilidad, pero nuestro distrito no albergaba tantos locales abandonados como para que todos estuvieran allí.

Los cimientos de la avariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora