7 -La amenaza del gótico

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Comencé a moverme en la oscuridad lo más rápido que podía sin hacer ruido. Juntar velocidad y silencio era una tarea complicada. Es verdad que no había prácticamente nadie, de hecho, en los pasillos no había nadie, los pocos guardias que veía estaban en salas ajenas a lo que estaba ocurriendo a unos metros suyos, no es que fueran los mejores agentes de seguridad que había visto y menos para proteger a la presidenta.

—¿Por qué somos tantos hoy? —dijo uno de los guardias justo cuando pasaba por al lado de una puerta, me pare a escuchar, ya que me llamo la atención que hoy, justo hoy, hubiera más guardias de lo común, ¿Se habría chivado Blake?

—Ya sabes por qué, tenemos que vigilar que nadie se acerque al despacho, es vital para ella.

—Pues que nos pongan junto a su despacho, esta sala es una mierda, no tiene aire acondicionado.

—Bueno, tendremos que aguantar unas cuantas horas más, así que prepárate para pasar calor.

Seguí avanzando dejando atrás la puerta, así que solo estaban vigilando el despacho, era de esperar, a decir verdad, supongo que el estar bajo tanta presión me hace sospechar de todos.

Ya habían pasado más de cinco minutos cuando al fin llegue al despacho, me había dado más prisa de la que esperaba darme así que todo eran buenas noticias, me acerque a la puerta y cuando iba a abrirla tuve una corazonada y pegue antes el oído a la puerta, gracias a dios que lo hice porque tras ella escuche la voz de Amanda hablando con alguien, salí corriendo hacia la otra parte del pasillo y me escondí detrás de una puerta, asome mi cabeza por la pequeña ventana que tenía en la parte alta y vi como un guardia de unos treinta años y calvo salía de la sala, pero Amanda estaba dentro.

—Mierda —dije en un susurro mientras cogía el móvil y llamaba a Blake.

—¿Qué haces llamándome? No puedes perder tiempo —hablo él en cuanto contesto, parecía molesto.

—Tu hermana está en su despacho.

—¿Qué? No debería estar ahí, nunca se queda.

—Bueno, pues esta, invéntate algo, sácala de esa sala o no podre recuperar lo que quiero.

—Vale, vale, la sacaré, si no funciona te mandaré un mensaje diciendo que salgas y me harás caso, ¿De acuerdo?

—Hazlo rápido, no tenemos mucho más tiempo —ordene colgando el teléfono, me quede de pie quieta como una estatua, pasaron unos minutos y no me llagaba ningún mensaje, pero tampoco salía, cogí el móvil para llamar a Blake de nuevo, pero entonces la puerta de enfrente se abrió y Amanda salió casi corriendo, no sé qué se había inventado Blake, pero había sido muy buena idea, aproveche que tenía el móvil en la mano y le mande un rápido mensaje poniéndole que estaba hecho, me lo volví a guardar y entre en el despacho.

Estaba totalmente oscura salvo por una luz que iluminaba con poca precisión las paredes, observe por encima el despacho de nuevo y entonces me acerque al objeto que emitía la luz, una televisión que tenía una imagen estática, como si un video estuviera parado, mire hacia abajo y tenía una cinta puesta, la cinta que había venido a recuperar, iba a cogerla rápidamente cuando la curiosidad me gano, cogí el mando que estaba junto a la televisión y le di al play.

El video me consumió por unos minutos hasta que mi teléfono sonó, lo saqué rápidamente y vi que era Blake.

—¿Qué ocurre?

—¿Qué estás haciendo aún ahí arriba? —dijo casi gritando —Sal de una maldita vez, las alarmas están a punto de saltar y todo el edificio se enterará de que estás ahí.

—Voy, voy —replique nerviosa y avergonzaba por olvidarme del plan, aún un poco sorprendida por el contenido del video, tome la cinta y la guarde bajo mi brazo izquierdo, me acerque a la ventana y entonces una alarma comenzó a sonar por todo el edificio, corrí más aún abriendo la ventana y mire hacia abajo, Nate estaba justo abajo subido en el coche junto con Mike y Annie, me arme de valor para saltar y entonces la puerta del despacho se abrió.

Los cimientos de la avariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora