21 - El silencio de la guerra

5 3 0
                                    

Me acerqué corriendo al borde, intentando buscar a Nate con la mirada, pero no lo vi por ningún lado. Eso significaba que había caído en uno de esos contenedores, y no sabía si eran peligrosos o no.

Blake retrocedió unos pasos, aún con el cuchillo en la mano. No llevaba la pistola consigo, así que supuse que la había perdido o algo por el estilo. Tiró de mi mano mientras yo seguía buscando a Nate, aunque Blake logró moverme, y entonces vi cómo Lupus se acercaba hacia nosotros corriendo, aunque con algunas molestias debido a la herida infligida por Nate.

Conseguimos alcanzar el ascensor unos minutos después, mientras aún escuchábamos los pasos de Lupus siguiéndonos. No sabía qué íbamos a hacer, pero ir por delante nos otorgaba una gran ventaja, y eso era bueno.

—Escúchame, Ness —dijo Blake cuando el ascensor se cerró—. Tenemos que huir hacia el bosque y buscar alguna manera de volver a la ciudad.

—¿Y Nate? —pregunté yo, esperando poder dar la vuelta para buscarlo antes de irnos.

—No lo sé, Ness. ¿Qué eran esos contenedores?

—Un líquido especial, para hacer bombas, no recuerdo el nombre.

—¿Bombas?

—Creo que van a atacar la ciudad. Tenemos que avisar.

—No sé cómo volver. El barco que usemos nosotros no aguantará un viaje tan largo.

—Hay un hombre —recordé yo—. El capitán que me trajo aquí, dijo que me esperaría al amanecer en el mismo sitio que me dejó, está al sur de aquí.

—Pues ya tenemos transporte entonces —sonrió un poco y me observó—. ¿Estás bien? Tenemos que correr.

—Sí, puedo hacerlo, tranquilo. Avisaremos a Annie y al resto y volveremos por Nate.

—Claro —contestó Blake mientras el ascensor se abría delante nuestro. Al salir de la pequeña casa de piedra, pudimos ver que el sol aún no había salido, pero no tardaría, así que comenzamos a caminar hacia la dirección opuesta. El barco en el que Blake había llegado estaba más cerca, y podríamos rodearlo hasta llegar al barco del capitán para irnos de una vez de esa maldita isla.

Corrimos en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. Aún no me había detenido a pensar en lo rápido que fue asesinar a mi madre. Me había estado preparando mentalmente durante todo el viaje para pelear contra ella, pero al final matar a alguien es mucho más rápido de lo que siempre se cree.

Al rato llegamos al barco, o al menos eso es lo que Blake lo había llamado. Era pequeño y se veía bastante estropeado, tenía solo unos remos y la madera se veía a punto de deshacerse.

—¿Barco? —pregunté yo mirándolo—. ¿Has llamado a esto un barco?

—Nate lo llamó barco. Pongámonos en marcha, tendremos que remar un buen rato —Blake comenzó a subirse y luego me ayudó. Él estaba de espaldas a la parte delantera del barco, y estábamos frente a frente mientras remábamos. Las aguas eran bastante profundas, así que al menos no tuvimos problema con eso.

—¿Crees que nos dará tiempo a llegar a la ciudad antes de que ocurra algo? —pregunté yo algo nerviosa por la situación. No sabía cuáles eran los planes de aquel hombre, pero no me gustaban nada.

—Eso espero, no tenemos otra opción que ir lo más rápido posible.

—¿Nate estará bien?

—No lo sé —contestó Nate algo abatido—. La verdad es que no lo sé, espero que sí, pero no conozco ese líquido.

—Quizás no haga nada.

—O quizás lo mate al momento.

—Esperemos que no.

Los cimientos de la avariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora