4 -La presidenta

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—¿Ha sido sobre el gótico?

—Sí, algo dentro de mí me dice que sé más información de la que realmente creo saber —conteste mirándolo

—Intenta no enfocarte en eso, lo encontraremos, ahora céntrate en lo que se viene.

—Sí.

—¿Estás preparada? Será complicado, te pondrá a prueba, tienes que ser educada y no saltar a sus provocaciones, comportarte como una chica buena, aunque te cueste tanto.

—Lo pillo sí.

—Igualmente, estaré a tu lado, me van a dejar entrar como que me llamo Nate Brook.

—Espero que no nos hayas mentido a todos con tu nombre y seas un criminal con doble identidad o algo así, sería un giro increíble.

—Déjate de tonterías —rebatió Nate riéndose —Ahí está la sede, ¿Cómo la esperabas?

—Joder, está fatal —dije observando el panorama, había cientos de personas fuera, con pancartas y los puños en alto, parecían estar gritando algo, pero no entendía el que, a los lados del patio donde todos estaban, había unos treinta agentes haciendo perímetro y otros cinco apostados en las escaleras que llevaban a la puerta.

—No nos han dejado aparcar dentro, asique intenta ser disimulada al pasar, ¿De acuerdo?

—Sí, no te preocupes.

Nate aparco el coche en la calle de enfrente, estaba casi lleno, pero conseguimos encontrar uno bastante cerca, nos acercamos a la baraúnda que no paraba de gritar.

—Gobierno, perdido, Klemp está podrido —decía un hombre muy fuerte y con una ropa horrible que parecía ser el líder de la revuelta, ya que todos seguían sus gritos.

—Que baje la presidenta —dijo una mujer con un aspecto terrible a mi lado.

—Que el sargento Brook de la cara —grito otro hombre bajito mientras pasábamos a su lado, mire de reojo a Brook que me observaba, conseguimos pasar todo el revuelo y nos acercábamos a las escaleras cuando alguien nos vio pasar.

—Es él, es Brook —dijo gritando por encima de todos, el resto pareció fijarse por fin y comenzaron a gritar enfurecidos a Nate, corrimos hacia las escaleras y los pocos que se atrevieron a seguirnos, fueron parados por los agentes que estaban junto a la puerta, nosotros nos colemos por ella y entremos a la sede.

—Parece que eres famoso —dije mirándole —Al final no era por mí por quien debíamos preocuparnos.

—Es lo que tiene, sigamos —contesto comenzando a caminar.

—¿Así que esto es la sede del gobierno? —dije mirando a mi alrededor, era un edificio enorme y muy cuidado, las paredes y suelo blanco le daban un toque de clase y se notaba que habían puesto empeño cuando lo hicieron hace tantos años —La verdad es que no imaginaba que estuviera así.

—¿Nunca habías estado?

—No, ¿Por qué lo estaría?

—Ya bueno, tienes razón, ¿Por qué no te la imaginabas así? —dijo algo extrañado por mi afirmación.

—No lo sé, pensé que con todo lo que estaba ocurriendo no estaría tan impecable, parece que no están teniendo muchos problemas. -

—No creo que tengan ninguno, luego lo hablaremos —dijo intentando no hablar de más, entendía lo que quería decirme, no hablar mal de nada relacionado con el gobierno dentro de su sede, había un montón de gente yendo de un lado a otro y podían escucharnos, no era el momento, al rato llegamos a una puerta de roble más grande que el resto, estaba cerrada y dos hombres gigantes y aun mujer estaban de pie junto a ella.

Los cimientos de la avariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora