Capítulo 45

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El despertar de Sasuke fue menos que glorioso aunque la familia de Sakura se esforzó por no hacer ruido mientras preparaban el desayuno. La cama improvisada estaba en medio de la sala, la cual colindaba directamente con la cocina y la pequeña mesa de comedor.

El trasegar de ollas y platos hizo que el azabache fuera abriendo los ojos con el ceño ya puesto en su rostro. Las voces, que aunque intentaban ser bajas, no ayudaron tampoco.

Así, un malhumorado joven se desperezó violentamente, para luego levantarse listo para fulminar a todos los presentes con la mirada. Los cuatro integrantes de la familia ya estaban acomodados en la estrecha mesa, dejando la cabecera para el joven, en muestra de honor.

Había mucha comida ocupando casi todo el espacio, un cuenco con arroz, un par de presas de pollo, una tabla con carne recién asada, un plato con huevos revueltos con jamón y otra vasija con algunos huevos duros, una canasta con pan, queso y cinco pocillos con lo que parecía café.

Primero lo saludaron formalmente para luego quedar a la expectativa de lo que quisiera comer el Uchiha. Cuando él se sirvió un par de cucharadas de huevos revueltos los padres de Sakura quedaron complacidos.

―No seas tímido con nosotros ―dijo más que sonriente la madre de la peli rosa.

Mebuki cortó un pedazo de carne y se la puso en el plato, en seguida con sus propias manos troceó una presa de pollo para dejarle también un buen bocado, luego le colocó un par de cucharadas de arroz y hasta le sopló el recipiente del café para que se le enfriara.

A Sasuke todo esto le parecía irreal y fastidioso, hasta que el pequeño Konohamaru habló como sólo los niños lo hacen, con la sinceridad nacida de la inocencia.

―¿Y vas a quedarte mucho tiempo viviendo con nosotros, hermano mayor? Es que nunca antes había visto tanta comida como hoy... ni siquiera en navidad ni en mi cumpleaños.

Kizashi tomó un pan y se lo puso en la boca al chico para que no dijera nada más.

Sakura sólo dio un pequeño respingo, no quería que el pelinegro viera la humillación en sus ojos. Pero para él no le fue indiferente el comentario, estas personas que apenas lo conocían se estaban esforzando en hacerlo sentir bien y eso lo hizo sentir pequeño.




Al otro lado de la ciudad, en una gran mansión llena de lujos, frialdad y nada de cariño, Itachi estaba a la cabeza de una amplia mesa de comedor de doce puestos desayunando.

Su madre, en un extraño suceso, hizo acto de aparición para acompañarlo.

―Buenos días, hijo.

―Buenos días, madre ―respondió ácido y serio Itachi tratando de que no se le dañe la mañana.

―¿Dónde está tu hermano? Son muy pocos los desayunos que podemos tener en familia.

―¿Y de quién es la culpa? ―oficialmente su mañana ya estaba gris.

Su madre ignoró la puya mientras empezaba a pinchar un plato de frutas que ya tenía enfrente ―Dígale a mi hijo que baje inmediatamente ―ordenó al mayordomo, quien con varias meseras esperaba de pie contra la pared del salón.

El hombre mayor posó sus ojos en el Uchiha mayor, transmitiéndole el miedo porque esa orden no se iba a poder cumplir.

―Deja a Sasuke tranquilo, anoche estuvo hasta tarde con sus amigos ―gruñó hacia su madre y después posó sus ojos en la servidumbre― que nadie lo moleste, dejen que duerma hasta que le plazca.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2023 ⏰

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