Capítulo 30

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Luego de instalarse en las habitaciones se reunieron todos para tomar unas bebidas refrescantes. Las chicas ni siquiera sabían que existían tantos sabores de helado para sus malteadas hasta que les pasaron una lista de más de treinta.

—Como es su primera vez, ¿quieren dar un paseo por la isla? —preguntó el alegre rubio guiñándoles un ojo.

—Será... maravilloso —sonrió extasiada la pelirrosa.

Llegaron al precioso, sencillo y pausado pueblo de Adamas en cuatrimotos, Sakura había ido firmemente agarrada de Sasuke que disfrutó cada metro con la chica abrazándolo por la espalda

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Llegaron al precioso, sencillo y pausado pueblo de Adamas en cuatrimotos, Sakura había ido firmemente agarrada de Sasuke que disfrutó cada metro con la chica abrazándolo por la espalda. Hinata, quien era más miedosa, se había negado a subirse en esos vehículos pero su resistencia se hizo nula ante la enérgica personalidad del rubio. Los F4 habían pasado tantas vacaciones en Milos que ya habían olvidado lo que era aventurarse en los pueblos cercanos, gracias a las chicas se divirtieron recorriendo las estrechas callejuelas y hasta entraron a las tiendas de souvenirs donde disfrutaron con las emocionadas muchachas.

A la mañana siguiente Hinata y Sakura estaban descansando en las bancas junto a la piscina cuando Sasuke se acercó a la ojijade con la firme resolución de llevársela.

—Vamos.

Una simple orden que el pelinegro deseaba que la chica cumpliera sin chistar, la tiró de la mano en medio de las protestas.

—Yo no voy a ninguna parte sola contigo.

—Tu amiga tiene una cita con Naruto.

El rubio trató de protestar dado que estaba también recostado disfrutando de la vista de su amiguita Fūka, pero ante el ceño fruncido de su mejor amigo hizo una mueca de "esta me la debes en grande Dobe" y se llevó a la ojiperla a pasear de nuevo a Adamas.

A pesar de las protestas Hinata aceptó ser raptada por Naruto, cerró sus ojos y se aferró al chico con tal de volver a ver la interminable sucesión de terrazas con construcciones junto al mar. Naruto ponía los ojos en blanco cada vez que la chica sacaba su celular para tomar fotos del paisaje o hacer todas las selfies posibles en la historia de la humanidad.

—¿No has tenido suficiente con todas las que te has tomado?

Estaban en una parte alta del pueblo con un paisaje que combinaba las construcciones encaladas con el azul del mar del fondo, y la chica no quería dejar de registrar todo porque, muy probablemente, nunca volvería a ver un paisaje así.

—¿Me podrías ayudar para tomarme una foto?

La chica le pasó su celular, a lo que él examinó el viejo aparato e hizo una mueca. Alistó el teléfono y tomó varias imágenes de la chica con una dulce sonrisa, sus ojos perlas brillando de alegría y su negro cabello jugando con el viento a su espalda.

—¿Qué tal quedaron? —preguntó insegura la chica que nunca se había sentido hermosa.

Naruto miró las fotografías, a pesar de la terrible calidad del aparato se sorprendió pensando que Hinata no tenía nada que envidiarles a las mujeres con las que siempre salía.

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