Capítulo 21

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El colegio siguió normalmente al día siguiente. Sakura estaba almorzando con Konan, algo que ya extrañaba la pelirrosa por todo el aprecio que ya le tenía a esa chica.

La ojijade le estaba contando con una sonrisa del viaje de Sai para encontrarse con la súper modelo cuando tres figuras se pararon junto a la mesa.

—¡Ya deberían saber que aquí no hay sitio para ustedes! —chilló con tono burlón Karin entrelazando los brazos y mirándolas con desdén desde su posición de altura.

—Somos estudiantes de este colegio —se levantó Sakura para enfrentarse cara a cara.

—Pues justamente eso es lo que debería cambiar —Shion destiló veneno igualmente.

Mientras estaban todos entretenidos por ese enfrentamiento de voluntades entró un pelinegro enfocado en una misión hasta ubicarse detrás de las muchachas que hacían bullyng.

—¡Lárguense!

Todas las miradas de la mesa y sus alrededores fueron a parar en la postura autoritaria del azabache que no dejaba opción. Aun así la pelirroja cometió el error de intentarlo.

—Pe-pero Sasukito, nosotras... sólo...

—¿Acaso no hablé claro?

Shion y Amaru actuaron más sensatamente arrastrando a Karin hacia un lado para que no se interpusiera más en el camino del F4.

Sakura no se movió ni un ápice, al contrario, juntó sus cejas alistándose para la nueva batalla que se avecinaba. Konan por el contrario palideció a la expectativa de los acontecimientos.

Sasuke se acercó al rostro de la ojijade dejando escasos diez centímetros entre ellos.

—El sábado a las cuatro de la tarde, te espero junto a la Torre del Teleférico. Si llegas un minuto tarde te arrepentirás —dicho esto dio media vuelta y abandonó el lugar.

La pelirrosa se sonrojó y se sentó lentamente —¿Qué es lo que acaba de suceder?

Konan simplemente bajó su cara sin tener una respuesta tampoco.

El trío de brujas que habían atestiguado todo de primera mano no daban crédito del hecho así que reaccionaron como las mimadas que son: gritando y pataleando.

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El sábado Sakura salió como de costumbre con su mejor amiga, Hinata, no había mucho presupuesto pero ir a ver ropa y accesorios acompañados de una buena charla era lo mejor.

Comúnmente sus lugares favoritos eran todas las diversas tiendas del centro pero dado que ese día en especial estaba haciendo demasiado frío se habían conformado con hacer el recorrido bajo techo en el centro comercial.

Desde los ventanales del piso más alto quedaron extasiadas mirando la ciudad convertirse en un bosque de asfalto blanco por la nieve que empezaba a caer.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse fueron por el batido de frutas que no podía faltar en la salida sabatina al igual que pasar un rato a la zona de juegos.

Frente a la máquina de gancho, esa en la que se juega para atrapar peluches, Sakura se quedó pensativa mirando un tierno león despeinado y con el ceño fruncido. Eso despertó el recuerdo de unas palabras que había escuchado esa semana y... entró en pánico. Ya no había nada de luz de día entrando por las ventanas y en automático llevó sus manos al pecho arrugando su chaqueta.

—Sakura, ¿estás bien?

—¿Qu- qué hora son?

La peliazul miró su reloj —Son las siete y veinte... de pronto te pusiste pálida...

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