Capítulo 32

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Esa noche Sasuke les avisó que él, personalmente, había organizado un pequeño festival al estilo japonés. Ordenó colocar en la zona de barbecue muchos faroles de papel, la mayoría rojos y otros tantos de colores vivos con flores dibujadas. Supervisó la preparación de todo tipo de manjares y exóticos cocteles en extravagantes copas adornadas con palitos de colores con diferentes formas.

Cuando todos se reunieron él los esperaba recostado en una mesa con los brazos cruzados, lucía un traje tradicional japonés negro, completado por un elegante haori que llevaba en la espalda el símbolo Uchiha y un haori himo blanco remataba con sobriedad la vestimenta. Se veía como un modelo salido de una revista, era simplemente impresionante.

Al ver a la bella Sakura su garganta se resecó. Ella brillaba entre todas las demás con un kimono rojo con flores blancas, un obi naranja y su cabello recogido dejando unos mechones sueltos.

Sus mirada se encontraron y las mejillas de la pelirrosa enrojecieron.

—¡Teme... esta vez si te luciste! —ni siquiera la acostumbrada burla del rubio le iba a separar de su objetivo, así que decidió ignorarlo— Pero pienso que esto se debe a cierta personita —terminó sonriendo Naruto mirando a Sakura que se ruborizó más.

—¿A quién le importa? Se ve delicioso —terminó el Nara mientras se sentaba a la mesa.

Cuando la ojijade iba a hacer lo mismo Sasuke le jaló la mano sin decir ninguna palabra. La condujo a unos veinte metros donde había una rústica construcción en madera con escaleras que llevaban directo a un balcón iluminado con faroles que colgaban del techo, en un rincón cómodos sofás que invitaban a relajarse, junto a la baranda una mesa llena de flores y comida.

Sai, mas callado que de costumbre, miraba desde la mesa comunal de los demás interesado en todo lo que sucedía en lo alto de la playa.

Al llegar a la mesa Sasuke retiró la silla para ella y prácticamente la tiró para que se sentara. Sakura jaló de su mano para soltarse haciendo un puchero.

—Cómetelo todo —declaró con autoridad mientras servía un enorme plato lleno de todos los manjares.

—¿Crees que soy un animal o qué? —soltó con furia masajeando su muñeca maltratada.

—Eres una gran nadadora, lo de hoy sucedió porque estabas muy débil... así que come.

Dicho esto se sentó, recostándose en la silla, con una sonrisa pendiente de su boca; le encantaba verla furiosa y rezongona.

«Mi molestia»

La comida mejoró de inmediato el humor de la pelirrosa, quería deleitarse con todo lo que veía, un poquito de cada preparación con un sabor tan perfecto que a cada bocado celebraban sus papilas gustativas.

Sasuke se enderezó doblándose en la mesa, tomó una uva y se la llevó a la boca. Luego recorrió un poco más la superficie acercando sus dedos a la mano de la chica. Ella estaba embebida en su disfrute cuando sintió el leve roce en sus dedos, una corriente eléctrica la atravesó y se quedó quieta. Rápidamente él retrocedió su mano y se aclaró la garganta.

—Sasuke...

—Hay algo más que quería enseñarte en la playa —detuvo lo que ella quisiera decir, había decidido que ese iba a ser su momento.

Sakura alzó la vista por la barandilla, desde ese punto se podía ver todo el sitio, más allá las cabañas, el mar, la mesa que compartían sus amigos. Cuando su vista colisionó con la de Sai, este se levantó y abandonó el lugar. Ella agachó la mirada unos segundos para luego dirigirlos al sitio que observaba el azabache.

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