Capítulo 26

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Sakura se despertó con un suave golpe de la puerta y la voz del mayordomo. Se desperezó y elevó la voz para indicar que el hombre mayor entrara.

Este le hizo una leve reverencia e ingresó en las estancias seguido por cinco mucamas, cada una llevaba una pieza de ropa correspondiente al uniforme del Colegio Uchiha y la última un elegante maletín de cuero rosado adornado con dibujos de flores.

—El señor insistió en que toda su ropa fuera reemplazada por piezas nuevas al igual que el maletín.

—Yo-yo no sé qué decir —era apenas la mañana y ya estaba sonrojada— ¿Dónde se encuentra ahora para darle las gracias? —era lo último que esperaba, la cereza del pastel, creía que jamás llegaría a entender las motivaciones del Uchiha para hacer este tipo de detalles.

—El señor salió esta mañana pero nos dejó encargados de que le prestemos toda la ayuda que requiera.

—Gracias... yo... gracias.

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En la casa de la pelirrosa estaba el ajetreo natural de las mañanas, Konohamaru se encontraba en la pequeña mesa desayunando cuando escuchó el timbre de la puerta y supuso que se trataba de su hermana.

Se levantó con los palillos en la mano y la boca llena, atendió a la puerta pero sólo pudo dar un vistazo afuera y en su sorpresa volvió a cerrarla de inmediato. Caminó con los ojos muy abiertos hasta el computador familiar y teclear dos palabras: Uchiha Sasuke.

Una serie de imágenes se desplegaron en el escritorio, confirmando que quien se encontraba al otro lado de la madera era ni más ni menos que uno de los más jóvenes multimillonarios del mundo. Por fin tragó la comida que aún tenía apresada en su boca y empezó a llamar a su padre compulsivamente.

—¿Qué pasa Konohamaru? —el chico boqueaba sin poder decir una frase coherente— ¿Por qué estás enfrente del computador y no desayunando para irte al colegio?

Levantó su mano para señalar una fotografía del pelinegro —Pu-pu-puerta.

—¿Pero qué? —Kizashi se asomó para observar la pantalla— Ese es el heredero de Uchiha Corp. ¿Qué pasa con él, muchacho?

—Pu-puerta.... Está aquí.

—¡¿Qué?!

Cuando el señor Haruno y su hijo volvieron a asomarse afuera Sasuke ladeó un poco su rostro y frunció el ceño extrañado por el raro comportamiento de estas personas al verlo.

—¡Mebuki, cariño! —gritó el mayor desesperado como si pensara que su esposa era una tabla de salvación.

—¿Qué pasa Kizashi? Estoy ocupa...

Cuando la mujer se unió al grupo que boqueaba como peces y soltó la cuchara que llevaba en la mano haciendo más dramático el momento, Sasuke sonrió de medio lado con altanería.

En quince minutos la idea de llevar al pequeño ojiazul al colegio había sido descartada, todos los integrantes de la familia se encontraban arrodillados en el suelo frente a una mesa llena de comida mientras el azabache sentado al otro lado, pero en una silla, los miraba. Ellos expectantes esperaban pacientemente hasta que él les hiciera el honor de probar el banquete que habían ideado para recibirlo.

Él no quería desairar a la familia de Sakura pero miraba de forma penetrante los alimentos expuestos como si de esta manera pudiera saber el listado de ingredientes que contenían. Levantó la vista hacia el sonriente público que tenía, cogió los palillos y tomó lo que le parecía más familiar. Siempre le habían agradado los tomates pero estos en especial estaban realmente sabrosos, la familia Haruno soltó un gritito entusiasmado cuando él repitió la dosis.

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